CUARTO DE PRIMARIA
Niña muy ordenada dice mamá.
Mi manina con el peine de cola verde,
acomoda mis enredados rizos,
Entreteje tres de tres,
de derecha a izquierda
pasador en boca, laca lista,
con la mano derecha
aprieta el envase de goma
color azul y tapa blanca,
ella dispara, cierro los ojos.
Con la mano izquierda,
amarra la coleta con el listón rojo.
A escondidas,
reviso el periódico,
escucho una voz lejana,
mi madre se acerca...
Llegó Don Esteban, exclama,
coloca a mis espaldas
la mochila de cuero de dos correas,
me persigna, salgo disparada,
cruzo el zaguán de madera,
topo de frente con el antiguo autobús
subo de prisa los dos escalones metálicos,
el sudor matutino humedece mi frente.
Lupe me acomoda en el primer asiento,
me gana el ansia de la próxima parada,
de donde saldrá Estelita,
con muñeca nueva,
que ésta vez será de cabello color rosa.
Al subirse se sienta a mi lado, sonrío,
y bajito le digo:
Cuando suene la campana de las diez,
bajo la sombra del almendro,
en la banca de sexto,
tú con tus bolis
y yo con mis chicharrones.
Construcción de la memoria
La memoria es construida
más con deseos que con certezas,
moldeándose invisible
al galope de los nuevos prejuicios,
donde ni el pasado tenemos de continuo,
solo recuerdos aislados
como el de Saturno devorando a su hijo,
el aquelarre y las parcas,
pero ninguno de los pasillos del prado
que conducen a las pinturas negras de Goya.
¿Qué forma nuestra realidad,
las reminiscencias de la infancia?
como esas horas de madrugada
por la terracería en la sierra
camino al pueblo de mi abuela,
con las sombras del suelo transformadas en serpientes.
Extraviadas al límite de árboles polvorientos,
donde mi hermano y yo,
desde el cámper de esa vieja Chevrolet
no pudimos dejar de mirar a la bola de fuego
que nos seguía por el camino.
¿Qué nos pertenece?
si ni el momento que intento aprehender me queda,
se larga en los versos
con la mirada que lo acoraza en un capullo,
para transformarlo en poesía, leyendas o vacío
para dejarme así,
huérfano de historia.
Amor no fue
Adentro llueve,
me he puesto el outfit
de cazar soles,
beso al pasado antes de salir,
sonrío, añoro,
callo y vuelvo
a la calle que me bautizó con vida,
alejado de los gritos
del reloj de aquella sala lúgubre
que han reclamado los fantasmas,
en mi mente, una semilla de calma
comienza a echar raíces,
y en mis manos,
estás benditas manos,
comienzan a borrarse
las quemaduras de aquella soga
que no debí sostener,
aquella soga que no debí amar
con toda la fuerza
que el mar golpea los muros
de esta bahía donde reposo,
esta bahía que me verá renacer
después de morir
junto a los más hermosos recuerdos
de un amor, que amor no fue...

Ilustraciones Diana Nieto
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