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Poesía de Beatriz Córdoba Gabarrón, «una esperanza»


Introducción de LAURA MENA PENEDO

escritora y revisora de Palabra que dormía


Ningún poeta nace ateo reza uno de los versos de Beatriz Córdoba, quien nos acerca a la poesía desde la redención y la aceptación de la oscuridad que puede nublar nuestra existencia (guerras, depresión, crisis, etc.) como si fuese la poesía lo suficientemente fuerte como para crear belleza y esperanza en lugares donde la vida y la esencia humana se van apagando... ¡Claro que sí! La poesía es esperanza siempre. Sí, la poesía (como la de Beatriz) tiene fuerza y eso nos recuerda que los poetas siempre fueron uno de los mayores desafíos en la política de los países en guerra: exiliados o muertos, la poesía sí tiene la importancia de la fuerza.


Una esperanza a cuestas


Una jornada acabada,

y otra luna que se acuesta,

una puerta que se cierra,

muchas ventanas abiertas.

Una luz que está apagada

con una esperanza a cuestas,

unos ojos muy brillantes

que lloran buscando estrellas.

Pido:

¡una palabra callada,

un grito sin tanta fuerza,

una caricia prestada

para esta sonrisa muerta!

El árbol que no planté

será sombra de la tierra,

y las armas que no empuñé

harán florecer la huerta.

Siento

el dolor de los hachazos

de aquellas matanzas nuestras...

los gritos de nuestros niños

y de sus madres sangrientas.

Rezo:

¡qué se acabe YA la guerra

y terminen las reyertas!

Han sido ya muchas noches

para tantas almas buenas.

¡Que nuestros niños soldados

puedan volver a la escuela!

La paz es mi único sueño,

es mi única propuesta...

para este día que termina

y el mañana que comienza.



(Sin título)


Ningún poeta nace ateo.

Aunque se vuelva hueco su misterio

en el camino.


Ningún poeta muere viejo,

en cada verso se hace nuevo

descalabrado su esqueleto

hueso a hueso.


Todo poeta tiene insomnio

porque la inspiración es caprichosa,

guarda mucho el inconsciente

y lo espabila.


Ningún poeta se hace vago

porque la voz que clama

dentro de su cuerpo

apremia y le esclaviza

desde su corazón a su garganta.


(La voz también ocupa su conciencia

y la remuerde, si él la calla).


Ningún poeta es homo sapiens

es, como poco, homo creator,

adaptador a un medio de tragedias.


Ningún poeta es transeúnte

es ser aposentado desde dentro,

su huella es, como mínimo,

La Eterna.


Ningún poeta viaja solo,

se acompaña de los versos

de otros hombres.

De los de ayer, de los de hoy,

de los de entonces.

De aquellos que mañana son presente.

Ningún poeta pierde vista

pues lleva el mundo entre los ojos,

lleva el amor en el costado,

y la tinta entre las manos.


Ningún poeta muere nunca,

aunque en la tumba perezca el cuerpo entero.

A la vista de gusanos y agujeros

traslada tiempos de reloj

para abrazar el tiempo verdadero.


Todo poeta es siempre como un niño

que busca la sorpresa sorprendido,

lavándose la cara en agua fresca,

Se despierta.

Y viste nueva muda a su mirada

para que cada ojo limpio se presente

recién creado, recién parido,

atento a la lección de cada día.


Ningún poeta es altanero

porque le inspira un fuego ardiente

regalado.

La llama inmerecida,

que no puede apagar aunque la ignore

y tampoco le deja descansar

aunque quisiera.


A veces ese fuego no calienta,

o llega inoportuno ante su puerta;

Cuando él estaba distraído en otros mundos

entonces le molesta,

y aunque no quiera jugar en esta apuesta,

ni puede renunciar, ni se concentra.


Ningún poeta se hace amargo

aunque su vida sea una sopa de penurias;

se remonta, a base de buscarse desde dentro

en los abismos resucita,

y cada brote nuevo, aunque pequeño,

le provoca, le suscita y lo medita.


Ningún poeta es mentiroso

porque le debe la razón a la verdad

y se aproxima a ella con respeto, hasta rozarla

y sólo entonces muere si hace falta.

Ningún poeta carece de esperanza.


Cualquier poeta es un buen hombre,

un hombre bueno.

Es, sobre todo, el hombre de palabra,

de aquellos que se llaman verdaderos.


Ningún poeta vive sin amar

y, aunque quisiera renunciar y no probar,

todo poeta

es el primer amante en celo de la tierra.


Beatriz Córdoba Gabarrón



 


 

Semblanza


Nacida en Elche, segunda de tres hermanos, apasionada de las relaciones humanas y la naturaleza, captura belleza en la vida cotidiana.


Desde la infancia, ha sentido la necesidad de escribir para dar cauce a emociones y anhelos. La escritura es una necesidad para alcanzarse interiormente, y también para comunicarse, sobre todo, con las personas que más quiere. Descubre, en la lectura de la poesía, un espejo al mundo interior que alberga.


Se decanta por la medicina, movida por el deseo de aliviar el dolor de las personas y por el conocimiento de la ciencia médica, sin dejar de lado el estudio de las humanidades y la literatura.


Cursa sus estudios universitarios en Santiago de Compostela y, allí mismo, se especializa en Medicina Familiar y Comunitaria. Tras unos años trabajando como médico rural en aldeas de Galicia, vuelve a Elche, ya para ejercer en distintas localidades de la provincia de Alicante.


Actualmente trabaja en un centro de salud en Elche. Si bien es cierto que tiene una marcada vocación por la medicina, reconoce la necesidad de trascender esta materia, para comprender a la persona como un ser integrado por cuerpo y espíritu. Descubre cada día que los signos y síntomas de las enfermedades son los símbolos del lenguaje corporal, como expresión del ser sufriente. De aquí que concluya, la ciencia sola no responde a los anhelos profundos del conocimiento.


Respecto a su trayectoria literaria, El flotador del naufragio es su primera publicación; aunque ha escrito desde siempre, hasta ahora, la experiencia creativa había sido un fenómeno más intimista. Se siente partícipe de una comunicación directa con autores de otras épocas, ya que la obra literaria nos permite la conexión más allá del tiempo y del espacio. Entre sus preferidos están Juan Ramón Jiménez, por su referencia directa a la naturaleza, San Juan de la Cruz, por su elevado dominio simbólico del lenguaje y Rainer María Rilke, por ser el poeta de la profundidad, quien le abre la puerta al existencialismo luminoso.


En el último año y tras su primera publicación, ha estado presente en ferias del libro, en la tertulia literaria el Cresol, en el grupo Ateneo del Colegio de Médicos de Alicante, en grupos de literatura de cinco colegios de distintas áreas y en varias ciudades como presencia poética de diversos eventos culturales. Es ahora cuando bulle en su interior la necesidad de expansión que en todo artista tiene su momento.


Entrevista






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