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Poesía del libro «Golondrinas emigrando» de Marta Rodríguez



Entrevista realizada por Diana Forte

Como Marta Rodríguez (1984) bien nos cuenta en uno de sus versos: «tuve muchas madres ejerciendo». En este caso la autora se refiere claramente a sus ancestras y a las mujeres que han pasado por su vida. Sin embargo, cuando uno va deslizando los ojos por las letras de esta entrevista, se va cerciorando sin duda de que Marta ha tenido también como mentora a la gran madre Poesía, que es ahora sin duda su fiel compañera y cobijo y que hoy nos regala en esta entrevista entre recuerdos, nostalgias, autoras inspiradoras y algo más. Un placer poder charlar contigo, Marta. Cuéntanos, ¿cómo entró la poesía en su vida?

La poesía siempre ha formado parte de mi vida. No recuerdo el primer día que comencé a escribir, pero desde muy niña, en el colegio ya sentía cierta inquietud cuando leíamos poemas en los libros de literatura. Me gustaba crear rimas y entre metáforas y palabras bonitas me pasaba el tiempo escribiendo. Recuerdo que me aprendí de memoria La canción del pirata de José Espronceda y la recitaba cantando. Cuando estaba en casa sola trataba de transmitir en verso mis propios sentimientos y creaba poesías rítmicas que me salían sin esfuerzo y que luego compartía con alguna amiga. Mas tarde aquel juego de niña se convirtió en una necesidad y fue cuando empecé a utilizar (sin saberlo) la escritura como terapia. En aquellos años tenía el convencimiento de que aquello no valía para nada y no era del todo consciente de que lo que escribía era poético. Le escribía al amor y a la soledad siendo yo misma la destinataria de todas esas cartas: simplemente porque hacerlo me curaba. Fue mucho después cuando comprendí que la poesía era una forma de vida: que era la única manera que había encontrado para no enfermar. 

La escritura como terapia y como autoconocimiento en esas cartas que al final iban destinadas a ti misma. Seguro que esos bellos recuerdos te han ayudado mucho a seguir escribiendo. Dinos, ¿qué le inspira a crear?

Una profesora de escritura creativa me dijo que escribimos sobre nuestras obsesiones y es algo que tengo muy presente siempre. Mi mayor fuente de inspiración es el amor y la muerte. Esos son los dos grandes temas a los que siempre le he escrito, luego utilizo las emociones para acompañar a las palabras. La poesía es música, es naturaleza, es cada cosa que miramos. Yo utilizo los paisajes para crear emociones: utilizo la música para crear recuerdos. Hay que abrir bien los ojos y mirar hacia dentro de una misma y hacia fuera para sentir la poesía, para acariciar cada cosa que ves y convertirla en nostalgia. Creo que la poesía esta llena de nostalgia. Después llega al papel para que cada uno la rescate y la libere. La inspiración me viene de cualquier parte. A veces leyendo un libro, una frase crea el inicio o el final de un poema. Puede venir de una canción o puede venir de un día de mierda en el que todo ha salido mal y también de todo lo contrario, de haber sentido algo muy bonito mientras me peinaba por la mañana y un pardal se posaba en el alfeizar de la ventana.

Que la poesía venga desde cualquier parte de lo cotidiano y también de lo ya vivido es también un forma atenta y distinta de existir. ¿Han habido algunos autores que hayan influido en su poesía y en su manera de escribir y observar la vida?

Me gusta leer la poesía de Alejandra Pizarnik, me reconforta: son versos en los que encuentro la sombra de mí misma en algunos momentos de mi vida. Sylvia Plath es otra de mis referentes, su poesía delicada y tierna y esa manera tan bonita de transmitir los sentimientos. Y amo la sencillez con la que escribe Emily Dickison, es capaz de dibujar de manera muy natural la belleza de lo cotidiano en sus poemas. Diría que he recogido una parte de las tres: la oscuridad, la noche y la pasión de Pizarnik. La belleza, la naturalidad y la ternura de las palabras de Sylvia y la sencillez, los paisajes y la armonía en los poemas de Dickinson. También leo y escucho mucha poesía actual con la que me siento identificada y que no son tan conocidos.

Grandes mujeres y poetas de las que se puede extraer mucha sabiduría y belleza. Para concluir la entrevista, nos gustaría saber, además de poetas, de versos que sean sus aliados compañeros y caminen siempre a su lado en la tarea de escribir. Marta, ¿nos donaría un verso que siempre la inspire?

Morir no duele mucho:

nos duele más la vida.

Pero el morir es cosa diferente,

tras la puerta escondida:


la costumbre del sur, cuando los pájaros

antes que el hielo venga,

van a un clima mejor. Nosotros somos

pájaros que se quedan:


los temblorosos junto al umbral campesino,

que la migaja buscan,

brindada avaramente, hasta que ya la nieve

piadosa hacia el hogar nos empuja las plumas.


Emily Dickinson

Ha sido un inmenso placer conocerte y tenerte aquí con nosotros. Esperamos poder disfrutar de muchos más de tus éxitos poéticos y que todas esas madres que te han ido arrullando a lo largo de tu trayecto, ahora puedan ser también parte de la vida de nuestros lectores. Muchas gracias, Marta.

 

Madres

La hija de mi abuela es mi madre.

También mi madre fue mi abuela

Y la hermana de mi madre sigue siéndolo alguna vez.

Fui la niña de una tía que solo tuvo un hijo

y mi bisabuela decía que para ella era como una hija.

Tuve muchas madres ejerciendo y un abuelo.


Otoño

Lluvia que cae

Árboles que mudan su piel

La vida continúa también para las golondrinas

Emigrantes que volverán

Cualquier día, cuando el cielo se desencapote

Hoy la soledad es cobijo de la infancia

Unos ojos que ladran en noviembre

La última en abandonar el nido


Marta Rodríguez

 
Foto por Irene Rus
Foto por Irene Rus

Semblanza

Me llamo Marta, tengo treinta y nueve con destino cuarenta y escribo desde que me conozco; de cuando no me conocía también he escrito algo. Mi perdición son as tartas de queso y el café. Soy adicta a eso y a los libros. También me gusta demasiado el vino y odio los números pares por superstición. Adoro la soledad y soy una nostálgica empedernida de los años noventa, del pasado que no viví y de las viejas costumbres de mi abuela: las siento tan mías como un bocadillo de chorizo. He publicado varios microrrelatos en antologías, alguno de los cuales ha sido escogido ganador en algún concurso en redes sociales. Cuando empezó la pandemia acababan de despedirme del trabajo. Pensé que era el momento y me inscribí en la Escuela de Escritores de Madrid para realizar un curso online de escritura creativa que duró nueve meses. El 2022 publiqué mi primer libro de prosa poética: «La nostalgia del recuerdo» bajo el sello de Postdata Ediciones. En este libro el amor y la soledad toman como inspiración los paisajes, los recuerdos y la música. Esta experiencia de publicar me trajo cosas tan bonitas como ver a mi abuelo pletórico cantando a capella un fandango en una presentación que una señora de setenta y tantos (que no me conocía de nada) se emocionara al decirme que lo había leído entero y le había recordado a su niñez. Esta es la magia de los libros. Este año 2024 he publicado Golondrinas emigrando bajo el sello de Con M de Mujer.

Revista disponible solo bajo demanda, para adquirir tu ejemplar envía un correo a: contacto@palabraquedormia.com


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