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Recuerdos, luz y poesía con Ariel Galeano

Por ARACELI GUTIÉRREZ OLIVARES

Directora y escritora

Palabra que dormía


Aún recuerdo la primera vez que leí la poesía de Ariel Galeano. Yo vivo en un país donde la mayor parte del tiempo una tiene que permanecer en casa por las condiciones climáticas. Este peculiar detalle me hace disfrutar del tiempo que paso en las redes sociales, por lo que agradezco a las personas que amablemente comparten buena literatura y excelente música, como es el caso de Rodrigo Galeano. Imagínense, de pronto, en mi feed de Instagram, ¡una canción de The Smiths, acompañada de un poema!

Vuelvo entonces a ser aquella estudiante universitaria que cantó To die by your side, well, the pleasure, the privilege is mine a un amor que no prosperó, y compruebo que los versos de Ariel Galeano cobran sentido:

Ojalá te lleves todo de una vez

y para siempre

las noches interminables de risas y vino

Y así, el aguijón de la imagen desata la punzada del recuerdo.

Hoy, en esta entrevista, tengo el privilegio de conocer más de cerca al autor con quien comparto tantas afinidades musicales y poéticas. Estimado Ariel, ¿qué significa la poesía para ti?

Intentando no ser víctima del cliché, la poesía es para mí como una ventana a la cual me asomo constantemente: la cotidianidad de los días, las imágenes de cada momento, la ciudad, lo que ocurre dentro de los corazones; y ya más difícil de explicar (sin tener total intención de hacerlo), el viento, la lluvia, lo que nos detiene cada día a pensar nuestro rumbo, el amor… La poesía es un poco todo eso. Y su significado, aunque misterioso, está en nosotros. Nuestra esencia, la del mundo, está embebida en ella; sin embargo, es tan difícil definirla. Creo que para mí es la búsqueda de ese misterioso algo que nos impulsa a vivir.


Viviendo en la «Ciudad de la furia», como versaba Gustavo Cerati, debes encontrar infinidad de fuentes de inspiración. ¿Cuál es la tuya?

La inspiración al momento de crear es, me parece, una de las cosas más misteriosas y extrañas que existen. Hay días en que me levanto y las imágenes se me caen de la cabeza: recuerdos, sensaciones… Pero hay otros días en que es mejor dejarlo madurar antes de sentarme frente a la computadora o tomar el cuaderno. Yo creo que la observación y la música son grandes alimentos del alma, lo que utilizo en mis días buenos. ¿Qué me inspira? Creo que la música, una frase o un sentimiento se pueden amalgamar cuando el día es el indicado. Pero sobre todo es trabajar mucho, leer mucha poesía para escribir poesía.


Me queda claro por la manera en que mezclas tu obra y la música. Cuéntanos, ¿quiénes son tus maestros y referentes poético-literarios?


Tengo una formación docente en poesía latina, aunque también me gusta la literatura de otras lenguas. Pero sí, prefiero leer textos en su idioma original. Aunque, si las traducciones son buenas, también leo obra extranjera, por supuesto. En poesía, mis referentes son Alfonsina Storni, Mary Oliver, Damián Ríos, Idea Vilariño, Blanca Varela, Laura Wittner, Fernando Molano Vargas, Jorge Luis Borges, Claudia Masín, Tom Maver, Denise Levertov, Sharon Olds, Chantal Maillard. Julio Cortázar, Oliverio Girondo, etc., etc. Algunos de estos autores tal vez están más dedicados a la narrativa, pero su lenguaje es profundamente lírico. Los músicos también son importantes para mí y para lo que hago, músicos como Gustavo Cerati, Luis Alberto Spinetta, Ismael Serrano, Alejandro Sanz, y muchísimos otros que son poetas musicalizados. El tango y el folclore argentinos también son profundamente poéticos y hermosos.


Sin duda, se perciben esas influencias en tu obra. Para finalizar, me gustaría que nos platicaras sobre uno o varios temas que sean importantes en tu creación y por qué.

Los recuerdos creo que son un tema recurrente en mí. A veces me siento más melancólico y suelo utilizar eso como un combustible para escribir. Dios muchas veces es un tema que también aparece en lo que escribo. Me gusta mencionarlo desde las cosas cotidianas: en un rayo de luz, en una taza de café. El tiempo creo que es un tópico humano. Desde lo filosófico hasta lo literario, me cuesta evitar la idea del paso del tiempo. Aunque tampoco es que la quiera evitar: ese es el gran misterio. El extrañamiento de los sucesos cotidianos es algo que también me atrae. Tal vez en eso resuene algo de Cortázar, sin pretender estar cerca de su magnitud, pero hay algo raro en el acontecer de las cosas que resulta muy tentador al momento de sentarse a escribir.


Tu poesía tiene y transmite esa alma, pues, como mencionaba con anterioridad, me trajo con gran fuerza un sentimiento que parecía estar ya oculto en lo más profundo de mi ser.

Gracias por tan maravillosa entrevista. Ha sido un placer.

 

Descanso

 

Escuchá. 

Dejá que el oído se habitúe a la raíz que

crece en silencio.

Nada de malo hay en esos árboles. Nada que temer.

El lento simulacro del atardecer se despliega, es un teatro, 

las nubes de lluvia se llevan lejos los temores del día 

y todo vuelve a la semilla, al útero. Hasta mañana.

 

 

Enseñar

 

Este mar que sostengo en la memoria,

inalcanzable a la distancia

fue un misterioso maestro,

siempre tuvo la palabra correcta

en silencios oportunos,

cuando delante de él, parado,

con los pies enterrados en la arena

le preguntaba por qué,

por qué, por qué.

 

Fidelidad

 

Encerraba mis miedos en botellas

que arrojaba al mar esperando no volvieran,

sin embargo resultaban tan fieles,

al retornar a casa ya me aguardaban

en la mesa, en la cama, en un libro,

por lo que los amé como parte mía,

ellos también me aceptaron como era,

por un tiempo.

Por eso un día desperté en una botella

rumbo al mar,

pero yo no soy tan fiel

y no pienso volver.

 

 

Gorriones

 

La lluvia no da tregua

y yo temo por mi refugio.

En tu casa ahora debe sonar el piano

imagino, mirando el rocío del vidrio.

Lo recuerdo, tocás cuando llueve,

sé también que te gusta dibujar gorriones

que nadie descubre,

guardados en libros que ya no lees.

Esta lluvia baila ignorándolo todo

en el susurro del viento que la acuna,

gorriones dormidos entre páginas cálidas

y mi techo que empieza a mojarse.

Somos esos secretos entre páginas

que nadie descubre,

entre la lluvia y el piano.

 

 

Mariposas en Buenos Aires

 

¿De dónde llegaron?

¿qué viento las trajo?

¿nacen de la necesidad de la gente?

me es imposible explicar esta invasión, 

este arribo sospechoso.

Hace mucho que no veía tantas,

hace mucho que no veía tanto,

que no abría los brazos

frente a ellas

dejándome rozar por su danza errática

que las acerca y las aleja,

como hechas de hoja de árbol,

retazos de secretos

dioses indefensos.

Qué ganas de llorar.

Dónde se irán ahora

cuando el mundo se acostumbre

y las olvide.


Ariel Galeano


 
Aire por la ventana
El aire por la ventana por Irene Rus

 

Ariel Galeano nació en Buenos Aires, el 20 de abril de 1977, en el seno de una familia de clase media trabajadora. Su padre era enfermero; y su madre, ama de casa. Empezó a escribir pequeños poemas y cuentos a temprana edad, mientras cursaba la escuela primaria. Ya, durante su adolescencia, se volcó más en la poesía y en las canciones que escribía en diarios que nunca mostró y que guardó con celo. Sus estudios de primaria, secundaria y su pasión por la lectura y la escritura lo llevaron a decidirse por la docencia. Es profesor de literatura del colegio secundario donde ejerce hasta la fecha. Sus aficiones son escribir narrativa y poesía, viajar en los momentos en que su profesión se lo permite y practicar deportes con amigos. En la actualidad, con 47 años, vive con su hijo en Victoria, provincia de Buenos Aires.


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