top of page

Te amo mamá

Actualizado: 6 may 2024

Chocolate con churros


De mi madre no me duele nada,

la amé, la amo

la amaré por siempre.

Alicia Vázquez F.


Mamá, aún compro chocolate con

churros esperando a que llegues

y me cuentes a cómo están los tomates

o lo caro que está el pescado.

Madre, mis andares

lloran tu ausencia,

porque sin ti perdí la raíz

que a la tierra me unía.

Madre, tú iluminabas los días

más oscuros en los que la fatiga

cesaba con tan solo

un beso tuyo. Mamá,

tú que fuiste el faro

que iluminaba el hogar,

aún sonrío al recordar cómo

te enfadabas cuando a escondidas

te desabrochaba el delantal.

Solo tu recuerdo alivia el pesar

que pende en mi alma desde tu partida.

Que le canto a tus plantas

y me miran con la pena

clavada en sus hojas

y lágrimas de rocío me regalan

para así compartir tu ausencia.

Tu máquina de coser

patalea inquieta porque nadie

de ella se acuerda. Mamá,

qué difícil es vivir sin ti.

Tú me lo diste todo,

pero nunca me explicaste

cómo iluminar la senda obscura

que sesgó mi corazón tras tu partida.

Descansa, mamá, que los cielos

por ti velan ya, que por siempre

y para siempre estarás en mí, pero

espérame que algún día

junto a ti hilvanaré

los sueños perdidos.



Niña de mi vientre


Para mi amada hija,

Alejandra.


¡Ven conmigo! Mi niña. Ven a mí vera.

Algo bonito voy a contarte.

La primera obra maestra

que dio mi vientre fuiste tú.

Me inundaste de vida y de nuevos sentires.

Fue una bendición besarte;

olerte, apacharte.

Todo el pensamiento me ocupabas...

...me ocupas...

cada segundo de mi vida

no importa nada más,

pelo azabache, blanquita,

igual que las nubes juguetonas

que se arremolinaban

al verte asomar.

¡Vente conmigo!, ¡mi niña!

Los años pasaron ya

y las lágrimas me están...

...volviendo a venir a buscar.

Todo se decolora, mientras te espero

añoro abrazos, besos, incluso añoro

oírte berrear.

Recuerdo casi ayer cómo buscabas

el amparo

que siempre te ofrecieron mis brazos.

Sufrimos mucho... tu lamento,

tu dolor, tu lástima. Suplicamos alivio.

Clamamos refugio. Replicamos

cual cruel terremoto en mi interior.

No hay impotencia mayor.

Sobreviví, por ti, a aquel dolor

de días tristes, amargos y lentos

que la chispa de tu sonrisa

mitigó, palió y menguó.

Aquello pasó, brillas con luz propia,

eres inmensa, eres un océano

lleno de matices y melodías.

¡Mujer fuerte y valerosa!

Orgullo materno; mi niña

algún día, comprenderás

cuando germines fruto,

qué es lo que contarte intento.

Ve a la orillita del mar, allí,

juntas te mostraré,

al atardecer, el cielo que destella

rojos rayos, y nos envuelve.

Sin tiempo. Nosotras, nada más.

No me hagas esperar. Los años,

los días, ya no están de mi lado.

No me robes más, niña de mi vientre...

lo que, ansío de ti.

Todavía.




Poco a poco

se van cerrando

tus ojos

cuajados de soles

y mientras

en los míos abiertos

se hace la noche.


-duelo


Bebo


Acuosos los pétalos

De tu eco dejado

En este erial



Estaré ahí


Cuando te cuesten las tareas

más sencillas y mundanas,

estaré ahí, ahondando en los días

de calma lejana.


Serán los días

en que peinaré tu cabello largo,

largo de vida y memoria,

largo de tiempo en invierno.


Gris, como un cielo

cantando que llega la alegría,

gris, como parte de mi alma,

que te llevas contigo.


Entonces tomaré tus manos,

tus manos que me han bendecido.

Te hablaré de otros mundos

que vamos a encontrarnos de nuevo.


Que todo ha valido la pena,

que cuentes conmigo,

pues, como un atardecer

que es para todos y siempre llega,

así es tu amor de madre,

y tú, resplandeciente y eterna,

como la luz, como el infinito.


Por qué existes en mi alma


Amado bebecito que no viste la luz de este mundo,

pero sí, la luz de mi alma.


Nunca sabré la alegría,

y bendición,

que es tenerte a mi lado.


Pero escribiré sobre ti,

porque existes en mi alma.

Habitas el rincón

donde existe lo sagrado.


Y tus pulsaciones

se sincronizan con las del universo;

cual estrella que brilla

es el latir de tu corazón en calma.


Y tu alegría contagia,

y tu amor da la fuerza.


El cielo fui capaz

de juntarlo con la tierra, 

para que tú, amor mío,

para que tú florecieras.



Singularidad en lo cotidiado, libro donde se encuentran estos poemas de Araceli Gutiérrez, lo pueden encontrar en nuestra tienda



Madre e hija

Ilustraciones: Diana Nieto

Comentários

Avaliado com 0 de 5 estrelas.
Ainda sem avaliações

Adicione uma avaliação
bottom of page