Aprieto tu nombre
hasta llegar a sus huesos
para encontrarte
en el corazón de una palabra,
imagino que estás esperándome
en un bosque de letras,
en una noche en la que el cielo
eres tú,
en donde la fantasía
me toma la manos,
donde los silencios realizan
entre tu nombre
congresos secretos
para hablar de lo que no se puede decir
con palabras,
de las estrellas que no se pueden ver
ni en la noche ni en el día
sólo en nosotros,
así en tu nombre
reconozco tus ojos,
la mirada debajo de las piedras
un sol escondido
en un sótano oscuro,
cuando te veo a lo lejos
me doy cuenta
de que tenía los ojos cerrados,
recorres las cortinas
y dejas pasar por la ventana
a la luz,
siempre supe que era una planta,
una planta que necesita tierra
pero también luz,
por eso no me extraña
que me salgan flores
cuando me acerco a ti,
tus ojos son autobuses
y me encanta hacerles la parada
donde estoy tan lejos de todo
que estoy cerca de mi,
al mirarme
me transportas a donde
la vida se ha acabado
todos los cuadernos del mundo,
escribiendo millones de historias
que terminan para empezar,
donde el viento tiene un plan
y sabe a dónde va
y todos los puntos
están unidos entre sí,
un lugar en el que la vida
no es una contradicción,
dicen que la vida no es un sueño
que si mueres, te mueres de verdad
pero no es real,
porque al igual que un sueño
no tiene sentido,
sé que tocarte
sería morirme
para vivir,
que eres agua helada
que ha de despertarme
de este sueño profundo,
que tengo mientras está inerte mi cuerpo
llenándose de abandono,
con una mano de luz sobre la frente
que no puedo sentir,
cuando mis párpados se plantan
como el muro de Berlín
José Emilio Rivas Balderas
Ilustraciones Diana Nieto

Comentarios