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Donde el alma abraza: la magia de Francisco Gallardo Perogil

Por Diana Forte


No hay más evidencia de influencia de cualquier tipo, especialmente en la escritura, que aquella que nos permite casi de manera instantánea intrínsecamente, leer a alguien más. O algo más. Esto es lo que ocurre con Poesía para un mágico viaje, de Francisco Gallardo Perogil. Leer al poeta es leer a todos los poetas de la presencia que alguna vez decidieron, como un sello iluminador, hacer estampa de sus palabras para regalarlas a aquellos que necesitaran de la luz de unos versos irradiados de amor. 


Escribe al más puro estilo de los maestros orientales que conocen la capacidad de la contemplación y la extracción de la vida en su sencillez periódica. Hijo por admiración de la poesía oriental de Rumi y Tagore, sus poemas son casi como las fotografías que acompañan a sus páginas dentro de Poesía para un mágico viaje, una amplia gama de agradecimiento a la existencia por el milagro de estar aquí, ahora y así, hilvanar a través del amor, como en los cuentos aborígenes o los aforismos más conocidos, una red de profundo entendimiento que nos haga sentir plenos de estar vivos.


[…] Por un momento te he visto tocar un árbol con tus manos,

ofreciendo tu cariño infinito y el árbol se ha estremecido

haciendo mover sus hojas al viento.


Con la sorpresa del ser que se sabe vivo, el autor traslada, como gotas de luz y sencillez, la espiritualidad y el hoy a cada uno de sus poemas. El autor imbuye la sensación de haber comprendido algo profundo que quiere regalar al lector.


Esferas de luz blanca

danzan entre las nubes que,

tímidamente, asoman

en esta tibia mañana.

Y un destello de mil soles

brota en el horizonte,

para saludarte y abrazar tu alma.

  

  Así como esta ruta de tranquilidad que se camina a lo largo de los cien poemas que comprenden Poesía para un mágico viaje, el prólogo y la nota escritas por el autor, ya nos muestra la intención de abrir camino a un lugar de paz y contemplación, unas puertas de percepción que se convierten en la entrada de la plenitud y la serenidad, aunque sea únicamente en la lectura de sus versos. 

 

Francisco Gallardo Perogil tiene como poeta una mirada limpia y constante hacia el mundo, ha comprendido que lo que su poesía necesita hacer es hablar con otros, comunicar sin juzgarlos ni psicoanalizarlos. Su poesía es la poesía de la palabra que escucha simplemente enseñando a pasear entre jardines y versos, brisa y naturaleza.


El concepto del kairós griego aquí se manifiesta de forma amplia y circular, como ocurre en el poema «Alborada» ante el asombro de una dimensión tan extraordinaria como es la del evento del amor junto a la vida, de lo que acontece en el acto inminente.


[…] Sé que volverás a tiempo

con las luces de la mañana.

Sé que caminaremos

entre nuevos soles,

y seremos plenos en la alborada.

Amantes de llama eterna...

Surcaremos mares de luces

en nuestra infinita galaxia.


Concebir otro tiempo que no es el aniquilador, el que no transcurre únicamente por una senda, sino el conciliador, el que abraza y vuelve para constante como ternura infinita.  


Paseas la vida con cada detalle. Todo paso está dentro del

hermoso plan de tu alma y te lleva hacia la misión de tu

vida... Hacia ti mismo.


El estilo poético de Francisco Gallardo Perogil pertenece a una tradición en ocasiones de mensajes que desean acercarse a lo aforístico, en ocasiones más consciente del poder de la fábula. Los versos cortos con títulos evocadores —«Tránsitos», «Entre suspiros», «Cómplices», «Todos tus caminos»…— se entremezclan para crear pausas, para dejar que el lector reciba el mensaje de cada palabra. 


Su mística espiritual consolida un vocabulario que nos traslada a la naturaleza como un pájaro que surca el sol, la luz, los sueños y las estrellas; el brillo que exudan las rutas celestes, la magia y, de nuevo, la palabra bondadosa, hacen que estos poemas se manifiesten como antídoto para el que necesita descansar, como ocurre en el poema «Una caricia»


     

Piel de cariño decorada,

con eternos sentires y plena de vida.

Dedos que dibujan colores y amores,

despertando ilusiones dormidas.

Paz de tus ojos,

iluminando el espíritu

que vuelve a palpitar sin prisa.


La tranquilidad, el estar descalzo, el regazo, la ternura o los abrazos y las miradas, atraviesan también la esencia más translúcida de la poesía de nuestro autor, así es como vertebra Francisco Gallardo Perogil, y su poemario es un corazón lingüístico al servicio de las emociones (Eres el hogar cálido y amable / donde siempre encuentro cobijo. / Eres mi morada preferida, mi amante, / mi descanso diario y mi mejor abrigo. / Acoges con calma mis tristezas / y siento la dicha de hallarme contigo. / Bálsamo que curas todas las brechas, / y transmites a mi vida tanto sentido. / Medicina del alma que me enciende […]). Sus estrofas, casi sin metáforas, recuerdan a pequeñas reflexiones en sí mismas que, unidas al resto de sus versos, invitan a una meditación constante en la creación cerrada del poema.


Abrígate esta noche fría

con un infinito manto de estrellas,

y con la calidez de la luna plena.


Poesía para un mágico viaje es sin lugar a duda una reflexión sobre la necesidad de estar en el silencio y la alegría frente a un mundo en el que lo más apremiante no es el contenido ni el contenedor, si no la construcción constante y el hacer; una productividad inmediata e infinita. Francisco Gallardo Perogil ha conseguido con esta maravillosa obra, tender sus brazos al cosmos y que todos sintamos que, gracias a la poiesis amable de su espíritu, da igual si es por una hora o por cinco minutos, lo más acuciante es, simplemente, ser.







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