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Donde el mito sangra, poesía de Ismael López Gálvez


Ismael López Gálvez escribe poesía desde una tradición que no ha perdido su fuego. Ya sea con verso libre o con métrica fija —endecasílabos blancos, tankas, etc.—, su voz, heredera del mundo helénico y de la elocuencia de los antiguos cantos de héroes, musas y amores, se despliega con claridad y nobleza.  En sus estrofas, los topos clásicos —el amor, el deseo, la renuncia— se revisten de emoción contemporánea y carnalidad vulnerable.


     «Puedo ser —te lo prometo— / todo aquello que imagines», declara en uno de sus poemas, dispuesto a abandonar la gloria por permanecer junto a lo amado. Así, entre ruinas troyanas y nombres perdidos, López Gálvez reconstruye lo humano desde el temblor y la entrega: «Nada me pidas, darte nada puedo». Su poesía, como los mitos que la habitan, busca nombrar lo que arde y también lo que se pierde.


     Ese juego de tensiones entre el deseo y la pérdida articula un estilo que no se agota en la nostalgia de los tiempos pretéritos, sino que los reimagina desde una sensibilidad actual. Es un lenguaje que, incluso cuando se entrega a la forma, no olvida el fragor de lo vivo ni que hay batallas más decisivas en lo íntimo que en los campos de guerra. 


     Escribe el poeta: «Desea, amor mío, y seré tu deseo, / aunque nunca nadie hable de mi linaje, / aunque se pierda por siempre mi nombre / con la última vez que me nombres». Como si renunciar a la gloria por amor fuera la única forma de pervivir. Ismael López Gálvez escribe desde una frontera donde la literatura se vuelve promesa de belleza, desde un pasado que viene a decirnos que, en el amor, somos y seguiremos siendo los de siempre. 




Poesía




Yo sé que dios existe


Yo sé que Dios existe todavía,

que no existir no puede, que no ha muerto

ni nadie lo mató, que no es posible

la dicha mía, dicha santa, dicha

de habernos encontrado sin buscarnos,

de ser llamado a ser para servirte.

Yo sé que Dios existe todavía,

porque escuché mi nombre de tu boca

y me hice carne, carne como el Hijo.

Y así mudé la fe por la certeza:


yo sé que Dios existe porque existes.



NADA MÁS


Nada me pidas, darte nada puedo.

No es posible saldar mi grave deuda.

No dejes que mendigue lo que tienes.

No me reclames más, que nada tengo.

No quieras que te diga lo que callo.

No calles lo que quieras que te diga.

No pongas en mi boca, vida mía,

besos que nunca pido. Ya no ansío

más deber que la vida que te debo.




Sin nombre


Puedo ser —te lo prometo—

                      todo aquello que imagines:

el más noble de los troyanos

o un simple cobarde entre los hijos de Príamo.

Puedo ser tu padre,

                                tu madre

                                           o tu hermano,

como lo fue Héctor para Andrómaca,

o la necesidad que se te caiga de la boca

o la opulencia que se te acoja a la mirada.

Por poder podría amarte

                                   de manera sencilla

y dejar que arda Ilión junto a su estirpe,

doblegar a tus pies venerables el bronce

y el alto penacho de crines de caballo,

renegar de la gloria

y quedarme tras los muros,

                                             lejos de la batalla,

sólo para que no te trague la tierra.


Desea, amor mío, y seré tu deseo,

aunque nunca nadie hable de mi linaje,

aunque se pierda por siempre mi nombre

          con la última vez que me nombres.




ENTRE LAS HOJAS,

he buscado tu cuerpo,

su vana sombra.

Sólo has dejado el rastro

de la dicha que fuiste.



Poetry / Poesi



AMONG THE LEAVES,

I have searched for your body,

its futile shadow.

You have only left the trace

of the happiness you once were.



Mellom lauva,

Eg har leita etter lekamen din,

Den fåfengde skuggen hans.

Du har berre lagt att sporet

av lykka du ein gong var.



Fotografía: Irene Rus
Fotografía: Irene Rus

Semblanza


Ismael López Gálvez (La Carolina, Jaén, 1990) es escritor, investigador literario y graduado en Filología Hispánica por la Universidad de Córdoba, institución donde cursó un máster en español. Es además corrector profesional acreditado por Cálamo & Cran y la Universidad Europea y tiene certificaciones diversas como Corrección, estilo y variaciones de la lengua española de la Universitat Autònoma de Barcelona; e Historia de la Ética, de la Universidad Carlos III de Madrid. Su obra poética se conforma de Las 88 páginas de mi libreta (Amazon, 2018), Érase una vez poesía (Amazon, 2020), Del mito al Eros (Amazon, 2022) y La piedad del leviatán (Olé Libros, 2023). Cultiva una poética palimpséstica donde amor, literatura e identidad vertebran su creación. Ha publicado asimismo diversos cuentos y poemas en revistas literarias como Cariátide, Granos de Polen, Almiar o Palabra que dormía, así como varios artículos académicos revisados por pares. Hace divulgación literaria en su cuenta de X (@ismaellg90) y escribe mensualmente para Zenda.

3 comentarios

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Santiago Cerro el Gorrión...
27 sept
Obtuvo 5 de 5 estrellas.

DESORDENADO COMENTARIO DEL GORRIÓN.

 

Yo sé que Dios existe todavía,

he buscado tu cuerpo,

sin nombre

ENTRE LAS HOJAS,

sólo para que no te trague la tierra.

Lejos de la batalla

sólo has dejado el rastro

de habernos encontrado sin buscarnos,

la dicha mía, dicha santa, dicha

aunque se pierda por siempre mi nombre

con la última vez que me nombres

yo sé que dios existe

y así mudé la fe por la certeza:

Puedo ser tu padre,

el más noble de los troyanos

o un simple cobarde entre los hijos de Príamo

y quedarme tras los muros,

porque escuché mi nombre de tu boca

desea, amor mío, y seré tu deseo,

aunque nunca nadie hable de mi linaje.

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Ismael López Gálvez
27 sept
Obtuvo 5 de 5 estrellas.

Muy agradecido por vuestra inmensa labor y por la hermosa oportunidad que me habéis brindado de ser parte de «Palabra que dormía».

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Contestando a

Muy agradecidos por contar contigo, estimado poeta.

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