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El aliento roto de los versos en la poesía de Paty Liñán

La poesía aquí reunida irradia desde la entraña misma del silencio, allí donde la palabra se forja como residuo del dolor, del asombro o del desencanto. Cada verso es una ofrenda que se sostiene en la tensión entre el vacío y la memoria, entre la luz de lo no dicho y la sombra de lo irremediable. El poema como brújula quebrada, como columpio roto en el patio del tiempo, nos enfrenta a las fisuras del lenguaje y a la imposibilidad —y necesidad— de nombrar la ausencia. En ese gesto agrietado, que nace del fracaso y se escribe con el aliento propio del abismo, la poesía se convierte en un acto de resistencia íntima.


     Hay una música doliente en estas piezas, una cadencia que hila la tristeza de los “versos más tristes” con la soledad de quien reconoce en el otro un reflejo extinto. Se trata de una poética del eco: lo que se dice resuena más por lo que oculta que por lo que revela. Las imágenes, como "la amistad que también pesa" o "el colibrí que se alimenta del néctar", no se entregan dócilmente; exigen del lector una mirada profunda, vulnerable, capaz de abrazar la fragilidad sin pretensión de consuelo. Es en esta tensión donde el poema cobra vida: entre lo que ya no está y lo que aún busca su forma.


     Estos textos no cantan la esperanza ni la clausuran. No son epitafios ni himnos, sino ruinas vivas. Son huellas sobre una tierra que aún arde bajo el soplo de lo perdido. Una poética que no teme pronunciar la caída, que habita los intersticios de lo que fue y lo que jamás será, y que, en su transitar errante, deja un rastro: el del lenguaje cuando, tocado por el duelo, se vuelve verdad. Aquí, la palabra no se adorna; se ofrece como crisálida abierta, como un cuerpo que aún respira entre cenizas.


Poesía




Cuando cantabas


Reconóceme,

entre las cruces fecundas, entre la cerrazón de los colores,

reconóceme, ante la flora del cementerio, los anagramas

centenarios, las cerillas en el lindero del metaverso,

héroes en los acordes del desván.

Abrázame en tu hoguera de huesos, en la vigilia del jardín,

en el curso de las fuentes que presiden los arcángeles.

Abrásame, en las dóciles bocanadas,

en el ceniciento afónico musgo, esferas de pólvora,

en exhumadas edades enmarcadas

en la penuria del laberinto, en la lengua exiliada inmóvil,

en la miserable ausencia de besos,

alegorías de las esperanzas, 

bárbaras rosas que tiñen de azul,

despertares hambrientos de nuevas batallas,

glaciares de hojas yertas, 

de hermosos manantiales de pálida agua.

¿Dónde despierta la máscara de las pirámides enjauladas? 

¿Dónde el deseo de las carátulas de los árboles prometidos?

Cuando cantabas en los desérticos matices del vacío,

un tinte rosáceo esculpió en la niebla,

en los albores del crepúsculo.

Entonces fue cuando los extraños moradores

 penetraron en tu ser,

 cuando empaparon las jaulas de falsas fábulas,

 el deseo fue incierto,

 las víboras controlaron las brújulas y el relámpago,

 el nido como un látigo,

 una cripta en letanías, muestrario de arcillas,

 la demencia del éxtasis.

 No llega hasta ti la brisa.

 Y al despertar creí ser nube engarzada a tus anillos.

 Y no hallé cadenas que de mi pelo tiraran.

 Apenas un rugido despertó, el fuego, el aliento furtivo 

entre los espejismos, entre la oscilación del tiempo

 en la boca y el testimonial soplo que aspiran las sombras.

 No dejó nada en tu jardín,

 ni una migaja de lo que fue la maleza.

 Entonces tu pequeño e inmóvil rostro

 talló el presagio en tu garganta,

 de par en par las puertas de la necrópolis,

 los cajones leprosos,

 ajados dibujos sobre la respiración.

 A veces, llego a oír de nuevo la melodía

 entre los cipreses.

 Al filo de los vidrios enlutados

 retumban los compases desordenados,

 el mástil náufrago, la endecha bajo tu ventana,

 su ramo de amarillos tulipanes, desborda trazos,

 destrozando el refugio.

 ¿Cuánto quedó de tu piel roída, de mi boca callada,

 mientras tu quebrado cuerpo moría?




Su propio aliento


(Poema inédito)


Acaso te escribo desde el éxito

de las sonrisas, también de los fracasos

que contienen su propio aliento.


Desde ese verso fugaz, hierático,

que se adelanta en la brújula

del texto que define el porvenir.


Un sacrificio lento, artrítico

en el filo de la espada, su fiebre astillante,

que busca tras la exigua sustancia una corola,

esa opaca carátula de fastuosos matorrales,

un huérfano muro de polvo, un depósito

que crepita de veneno y secretos

que zumban respirando rápido en un cóctel

explosivo que pugna antes de tiempo



Paty Linán


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Semblanza



Paty Liñán es poeta, locutora y escritora. Miembro de varias asociaciones como la Asociación de Escritores de Madrid (AEM) y la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE). Ha colaborado en varias revistas literarias como Librújula o Caminante, entre otras. Tiene publicados tres poemarios, el último titulado (Re) Evolución (editorial Sial Pigmalión) y ha participado en varias antologías. Paty Liñan ha formado también parte de festivales literarios, recitales y ferias. En la actualidad, es coordinadora en la editorial Sial Pigmalión, del ciclo mensual Poesía con Paty.

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