Escribir con sangre de ojos: poesía de Laura Márquez desde el borde del silencio
- Palabra que dormía

- 3 ago
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Entrevista por Araceli Gutiérrez Olivares
En el susurro quebrado de los versos de Laura Márquez habita una voz que camina entre la sombra y el fuego, entre la herida abierta y la luz que no se apaga. La voz poética respira desde el borde del silencio, donde el miedo muerde sus propias sombras y la esperanza se tiñe de rojo tenso, como la boca del animal que se enfrenta a sí mismo. Aquí, el cuerpo se vuelve trinchera y libertad, un terreno antiguo donde la muerte del amor se mide en horas calladas y la palabra se escribe con sangre de los ojos.
Cada poema es un grito que no se escucha pero se siente, un latido que se rompe y se reconstruye en la transparencia de lo desaparecido. Hoy tenemos el privilegio de entrevistar a la autora cuya poesía no teme ser extranjera en su propio idioma, ni nombrar el barro y el olvido que dan vida a lo ciego. Es un canto de resistencia, un lamento que se hace verbo, un cuerpo que emana silencios para renacer entre las ruinas que alimentan el alma.
Laura, ¿Cómo surgió en ti el amor por la escritura? Me encantaría que me compartieras ese primer latido que te acercó al mundo de las letras, allá en la vasta y vibrante Argentina.
Reformularía el amor por la escritura por mi fe en la poesía, que fue a partir del silencio. Esto ocurrió cuando tenía once o doce años, en alguno de los viajes que emprendía junto a mi madre al litoral argentino para visitar a mis abuelos. En aquella casa familiar donde nos hospedábamos reinaba la quietud durante la tarde, ya que los adultos rigurosamente dormían siesta. Un poco empujada por el deseo de vigilia, y otro poco seducida por esas obligadas pausas, nació en mí la necesidad de creer que podía escribir poesía.
Navegando entre continentes y tiempos, ¿podrías hablarnos un poco sobre tu proceso creativo?¿Dónde encuentras tus palabras? ¿En qué momentos del día o en qué lugares sientes que la escritura te busca a ti y no al revés?¿Es un ritual, una inspiración fugaz o un diálogo constante con tus pensamientos y emociones?
No tengo un proceso creativo tradicional, ya que no anoto ideas o versos para escribir posteriormente un poema. Vivo el poema como arrebato. Llega, arde, desestabiliza la realidad del momento, y una vez superado el caos corrijo, lo voy depurando, hasta alumbrarlo como posibilidad hecha palabra.
Entre las páginas que has recorrido y los susurros que te han inspirado me pregunto: ¿Quiénes son las voces literarias que han tejido hilos en el tapiz de tu escritura?
Un gran soporte para mi poesía son poetas que pueden leerse como desgarro, como herida: Alejandra Pizarnik, Idea Vilariño, Susana Thénon, por ejemplo. También Roberto Juarroz, que es inagotable inspiración, porque no me deja salir del asombro. Me apoyo en lecturas que me permitan ver, incluso cuando me encuentro en la oscuridad.
Para quienes comienzan a andar este camino de la escritura, ¿qué consejo les darías?
Que no busquen al poema, que lo esperen; sucederá el encuentro cuando deba pasar. Y que lean, que lean mucho, porque nunca es suficiente.
Y para cerrar, ¿hay alguna cita, algún verso o frase que te acompañe siempre y que creas que el mundo debería conocer? ¿Qué palabras te sostienen en los momentos más íntimos de tu creación?
Los últimos versos escritos por Alejandra Pizarnik: «No quiero ir nada más que hasta el fondo». Son palabras para mí vitales, que nunca dejan de emocionarme.
Poesía
I
Quien ha visto
la esperanza
sabe
que nada verde es
halo rojo y tenso es
como la boca
del animal
que muerde
sus propios miedos
II
Abro lo abandonado
de este cuerpo antiguo
muerdo trinchera
libertad
intemperie
madre arrojada
¿cómo se mide en horas
la muerte del amor?
escribo ojos sobre mis ojos
para que ya no haya raíz
ni dios
ni tajo
III
¿El miedo será nunca
dejar de amar el desgarro?
verse la transparencia
en los mismos lugares
(misma sombra tatuada)
y una voz ya no viviendo
en la resurrección de las manos
desdecirse
hacer el esfuerzo por unir
cada parte derramada
miedo el humo
la náusea
el látigo
la herida
el final escalofriante del latido:
un no latido
que la muerte se acerque
con su grito seco
nunca dejar de amar
lo desaparecido
IV
Alguien me dirá
que todo es mentira
que no hay lenguaje
que no hay clemencia
que no hay destierro
alguien me dirá
(en el grito en el fulgor)
que soy la extranjera
¿alguien hablará de mí
como se habla del silencio?
(como lo atado)
y que esta boca / astilla
y que esta boca nunca
pudo ser mi boca
que de estos pájaros
de este barro
de este olvido
todo
nace ciego
V
no soy un lugar feliz
soy esta criatura anestesiada
por la luz del sol
lamo mis ojos
al rojo vivo
trago silencios
vomito mi piel
me escupo en pedazos
ya no me llamo
ya no me nombro
a punto de estallar
laten ausencias
en mi garganta
(me alimento con las ruinas
de aquello que amo)

Laura Márquez (Buenos Aires, Argentina) es trabajadora social. Escribe desde hace ya treinta años y coordina talleres de poesía. Algunos de sus poemas fueron publicados en las revistas: Kametsa (Perú), ENNews (El Salvador), Re-lente (Venezuela), Irredimibles (España) y El Guardatextos (México). Participó en dos ocasiones de la sala digital en la Feria del Libro de Caracas, Venezuela. A comienzos del 2023, Ergo Editores publicó su primera plaquette Poesía Deshabitada (disponible en Amazon).





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