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Estela Guerra Garnica, poesía que se instala en el cuerpo

Actualizado: 26 sept

Existen palabras sensoriales, que se instalan en el cuerpo y se sienten como una espada o una caricia, que se vuelven huésped y amenazan con no abandonarnos nunca. Es el caso de las que brotan de la pluma de Estela Guerra Garnica. Portadoras de lo íntimo, lo cósmico y lo mítico, tienen la capacidad de nombrar incluso lo más abstracto del amor y convertirlo en carne, deslizarlo desde lo cuántico a lo material, desde la naturaleza observable al escenario más onírico imaginado. Su voz poética danza con facilidad por los pliegues del tiempo. Es consciente de que un «te amo, te amé, te amaré» puede suceder en un instante mismo, minúsculo, lo que desborda toda cronología concebida. Su lenguaje es límpido y preciso como un «desnudo elemento más dentro del bosque»; su tono, apacible pero capaz de transformar lo cotidiano en milagro. En su universo, los artificios son sustituidos por viejas raíces. No es de extrañar entonces que, en cada poema, se alce una verdad mayúscula: amar —como escribir y florecer— son un solo acto si se hacen desde la magia de lo auténtico.


Poesía


Amor cuántico 


Vibro en ti, soy átomo perlado de sueños.

Bruma azul te rodea. Es tu beso 

                                      caricia prometida,  

cálida humedad hacia la raíz del bosque. 

 

Si digo tu nombre un capullo crepita, 

                                                   se abre.  


Me inunda tu recuerdo y oscilo

de la primera a la quinta dimensión.   

No sé si te amo, te amé o te amaré.  

Solo sé de este deseo habitando 

                               el universo primario. 




Para el amor una casa 

                                 

Al amor le construimos una casa

bajo encinos y árboles de fruta,  

nosotros locos en febril incendio

nos abandonamos al deseo. 


Al fin solos y egoístas

dejamos de ser el otro

para ser uno solo, 

en mundano frenesí del instinto.  


Balada de viento entre los riscos 

avisa nuestro anhelo por amarnos, 

así, alejados del inquisitivo mundo.  


Somos intensidad robada a la rutina, 

lluvia, racimo de besos clandestinos, 

lágrimas que buscan un poco de consuelo, 

en orillas o inicios de otros horizontes.  



¿Dónde acaba el mar?


                                    Para Araceli Gutiérrez Olivares 



¿Dónde acaba el mar e inicia el cielo? 

¿Quién es dueño del aire o de la noche? 


En minúscula vigilia 

somos lo que nos es posible. 

Dormidos o despiertos soñamos, vivimos 

dentro de la inmensidad de lo eterno;  

ese espacio imposible de medir o de poseer. 


¿Qué tenemos de verdad? 

Inútiles preguntas son retórica de ciegos. 


Mejor levanta el fruto maduro que ha caído, 

cómelo con humildad y da gracias al árbol,  

camina en la ribera del río, 

                             escucha fluir al agua, 

no pises las flores ni rompas el silencio, 

ten presente que también somos 

desnudo elemento más dentro del bosque. 



Vista marina 


En esta isla vive el encantador de serpientes,   

una sirena tallada en piedra 

y la vendedora de estrellas de mar. 


Golondrinas sobrevuelan olas acercándose a la arena, 

mientras una bailarina hace piruetas en la punta del faro. 


El azul naufraga entre las nubes 

y una princesa duerme dentro de su concha. 

Ruedan palabras como pétalos de mercurio… 

en esta isla, no falta nada ni nadie. 



Poema en vuelo  


Cruzas el océano del tiempo.  

Corazón herido de ausencias fuiste 

sin que el jilguero escuchara tu canto. 


Llegas al huerto de manzanos.  

En frescor de primavera   

flores violetas y amarillas te saludan 

bajo luminosa luz y algo de nostalgia. 


Cuánta pasión brota de ti 

hombre de versos y ternura.  


Te esperaba sin saber si llegarías 

y ahora, no sé cómo traducir 

los poemas que escribes en mi espalda.   



Poem in Flight


You cross the ocean of time.

A heart wounded by absences you were,

without the goldfinch ever hearing your song.


You arrive at the apple orchard.

In the freshness of spring

violet and yellow blossoms greet you

beneath radiant light and a trace of longing.


How much passion bursts forth from you,

man of verses and tenderness.


I awaited you without knowing if you would come,

and now I do not know how to translate

the poems you write upon my back.



Dikt i flyg


Du kryssar tidshavet.

Eit hjarta sår av fråvær, var du,

utan at stillitsen nokon gong høyrde songen din.


Du kjem til eplehagen.

I vårens frisknad

helsar fiolette og gule blomstrar deg

under strålande ljos og eit drag av lengt.


Kor mykje lidenskap strøymer ut frå deg,

du mann av vers og ømheit.


Eg venta på deg utan å vita om du ville koma,

og no veit eg ikkje korleis eg skal omsetja

dikta du skriv på ryggen min.



Foto: Irene Rus
Foto: Irene Rus

Semblanza


Estela Guerra Garnica (1957, Temascalcingo, Estado de México), radicada en CDMX y Temascalcingo, es profesora de Educación Tecnológica (ENAMACTI) y socióloga por la UNAM. Diplomada en Administración y Empresa Pública por el CIDE, se ha desempeñado como docente en educación básica e investigadora en ciencias sociales.


     Ha publicado estudios de caso en administración pública, ensayo, poesía, cuento y crónica. Cuenta con ocho poemarios, cuatro libros de crónica y dos de cuentos y relatos. Ha participado en múltiples publicaciones colectivas impresas en México y en otros países, así como en publicaciones digitales. Ha compilado tres libros de poesía.


     Sus publicaciones más recientes son Entre vuelos, colores y tormenta. Poemas para leer en viernes (Endeleble, 2017), Rostros de Azcapotzalco. Crónicas (Indeleble, 2019) y Felipe Ángeles. Crónica de seis generaciones (LXIV Legislatura del Congreso del Estado de Hidalgo, 2019).


     Condujo el programa Poesía, voz del espíritu en la plataforma digital de la DGEST y actualmente sube contenido literario a YouTube desde su canal.


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