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Raquel Lanseros, poesía de la totalidad

Dice Marguerite Duras que no solo es escritura lo escrito, que también lo son «los gritos de las bestias de la noche, los de todos, los vuestros y los míos, los de los perros». Pues bien: la poesía de Raquel Lanseros también está en el todo, como el rocío, que se posa por igual en la flor solitaria y en el campo de crisantemos, desde la oscuridad más profunda de la noche hasta la primera claridad del día. Así de abarcativa. Así de completa.

     

     Su voz, genuina y diáfana, puede oscilar entre la herida íntima y el latido colectivo; anclarse en la más exquisita tradición o liberarse en nuevas formas estéticas; dialogar desde la aceptación de los sentimientos o combatir con la fuerza y el compromiso de quien muere por lo que cree.


     Con una técnica depurada y eufónica, donde cada decisión formal está al servicio del contenido, sus versos se ofrecen con la sabiduría de una madre antigua: dan lo necesario, aunque lo dado disuene de lo que se busca. Y para ello, se expresan con honradez, razón y amplitud.


     De ahí que pueda hablar del amor y su contraparte, del optimismo y la niñez, de la historia silenciada y la resistencia. Su poesía es universal, ecuménica como una brizna de hierba: humilde y frágil, pero presente incluso donde apenas es viable. Tal vez como esas canciones que nos acompañan a lo largo de la vida y que, de algún modo, parecen saber más de nosotros que nosotros mismos.



Entrevista


Hoy tenemos el privilegio de conversar con una de las voces más luminosas y comprometidas de la poesía contemporánea en lengua española: Raquel Lanseros.


     Su obra, tan arraigada en la emoción como en la conciencia, ha sabido tender puentes entre lo íntimo y lo colectivo, entre la memoria personal y la historia compartida. Su palabra no solo nombra, también abraza, despierta y transforma. Raquel, cuéntanos: ¿Dónde comienza y cómo tu pasión por leer y escribir?


     Mi pasión por la lectura y la escritura nació de manera natural en la infancia, ese país donde todo es posible y las palabras son un juego sin límites. En casa, los libros eran objetos familiares; la poesía, la música y las historias se mezclaban con las voces cotidianas y los secretos de la imaginación. Leer era, para mí, como descifrar mapas desconocidos; escribir, un modo de dar forma y existencia a todo aquello que sentía pero no sabía decir aún en voz alta. El encuentro con los grandes poetas llegó después, como una revelación: me hice lectora voraz, buscando en los versos espejos y ventanas con los que asomarme a otros mundos y, en el fondo, reconocer el propio.


Escucharte hablar de la infancia como ese territorio donde las palabras eran juego y revelación, donde leer y escribir se confundían con descifrar mapas del alma, nos lleva inevitablemente a pensar en la imaginación: esa fuerza que da forma a lo invisible, que convierte lo cotidiano en prodigio. Uno de tus poemas tiene precisamente a la imaginación como tema central. ¿Es la imaginación para ti la base de tu creación poética? ¿Desde dónde crea Raquel Lanseros?


     Absolutamente. La imaginación es, para mí, la materia prima de toda creación poética, el trampolín desde donde saltar hacia lo desconocido. Creo desde la admiración por el misterio, desde la búsqueda constante de lo asombroso en lo cotidiano. Escribo porque la poesía me permite ensanchar el mundo, reinventarlo y, acaso, reconciliarme con sus aristas. Para mí, crear es, en gran medida, imaginar; tender puentes entre lo real y lo posible, recuperar la mirada fascinada de la infancia y transformar la experiencia en palabra viva.


Hablas de la imaginación como un puente entre lo real y lo posible, como una forma de reconciliarse con el mundo y de recuperar la mirada fascinada de la infancia. La idea de crear desde el asombro y la transformación nos lleva a otra cuestión que ha sido muy debatida, pero que sigue despertando curiosidad y reflexión: ¿Crees que un escritor o un poeta nace o se hace?


     Supongo que hay una predisposición, una sensibilidad especial que puede nacer con la persona, una mirada atenta, una curiosidad irreprimible por la belleza y el dolor del mundo. Sin embargo, un poeta también se construye leyendo, escribiendo, equivocándose, perseverando. La poesía requiere trabajo, humildad y escucha. Se aprende de los otros, de los clásicos y de los compañeros contemporáneos; se aprende de la vida, de los aciertos y, sobre todo, de los fracasos. Así que diría que el poeta nace y se va haciendo cada día.


En tus palabras se percibe la doble dimensión del poeta: la que nace de una sensibilidad innata y la que se forja en el tiempo, a fuerza de lectura, experiencia y dedicación. Ese proceso constante de hacerse —de crecer y pulirse a través de la palabra— nos lleva a pensar en la poesía no solo como oficio, sino como una forma particular de estar en el mundo. ¿Tiene para ti la poesía algo que las demás consideradas artes no tienen?


     No tiene mucho sentido comparar las artes, siendo todas ellas una hermosa expresión de un mismo impulso creador. La poesía consigue conectar lo individual con lo universal mediante la palabra. Hay algo mágico, para mí, en esa capacidad del poema de decir lo inefable, de desnudar la realidad hasta su médula. La poesía es instantánea y, a la vez, infinita; es breve como un relámpago, pero su luz permanece siempre. Es el arte del asombro, de lo esencial, del conjuro de la emoción y el pensamiento en la economía de las palabras precisas. Quizá eso la distinga: la unión de todos los contrarios en un mismo lenguaje.


Esa definición de la poesía como conjuro de emoción y pensamiento, como relámpago cuya luz perdura, parece describir también tu propia obra, la cual es capaz de nombrar lo esencial con palabras justas, de unir contrarios sin perder claridad ni hondura. ¿Qué caracteriza a tu poesía?


     Es difícil y acaso pretencioso analizar la obra propia, pero siento que mi poesía es una búsqueda intensa de sentido, una mirada vitalista que reivindica la belleza y la esperanza incluso en medio de la adversidad. Me interesa el viaje interior, el diálogo con la memoria, la celebración de la vida y de todos sus habitantes. Intento que mis poemas sean accesibles y luminosos, pero también cargados de pensamiento hondo. La emoción, la reflexión, el asombro y el amor —por el mundo, las personas y la palabra— son las señas de identidad que procuro mantener vivas en cada poema.


Concebir la poesía como una forma de celebrar la vida, de habitar el mundo con asombro, pensamiento y amor, sin duda resuena en muchos lectores, y también en quienes están dando sus primeros pasos en la escritura poética. ¿Qué consejo le darías a todos aquellos poetas jóvenes —y no tan jóvenes— que se están iniciando en el mundo poético?


     Me atrevo a dar pocos consejos, quizá que lean mucho y muy diverso; que no teman a la tradición ni tampoco al riesgo. Que vivan intensamente y escriban con honestidad, sin preocuparse al principio solo por la perfección, sino también por la autenticidad. Que escuchen la música interior de las palabras y tampoco se olviden de la humildad: cada nuevo poema constituye siempre un aprendizaje. Por último, que no pierdan la memoria de la curiosidad; la vida es, en esencia, pura poesía si se logra mirarla con ojos nuevos.


Gracias, Raquel, por compartir con tanta generosidad tu mirada, tu palabra y esa luz que habita en tus versos. Ha sido un verdadero privilegio escucharte.



Poesía



Invocación


Que no crezca jamás en mis entrañas

esa calma aparente llamada escepticismo.

Huya yo del resabio,

                   del cinismo,

                      de la imparcialidad de hombros encogidos.

Crea yo siempre en la vida

crea yo siempre

        en las mil infinitas posibilidades.

Engáñenme los cantos de sirenas,

tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua.

Que nunca se parezca mi epidermis

a la piel de un paquidermo inconmovible,

                                                               helado.

Llore yo todavía

   por sueños imposibles

      por amores prohibidos

         por fantasías de niña hechas añicos.

Huya yo del realismo encorsetado.

Consérvense en mis labios las canciones,

muchas y muy ruidosas y con muchos acordes.


      Por si vinieran tiempos de silencio.




A las órdenes del viento


Para todos los que sienten que no están al mando


Me habría gustado ser discípula de Ícaro.

Hubiera sido hermoso festejar

                    las bodas de Calixto y Melibea.

Me habría gustado ser

     un hitita ante la reina Nefertari

     el joven Werther en Río de Janeiro

     la deslumbrante dama sevillana

     por la que Don José rechazó a Carmen.


Yo quisiera haber sido el huerto del poeta

               con su verde árbol y su pozo blanco

               el inspector fiscal

               con el que conversara Maiakovski.


Me habría gustado amarte. Te lo juro.


Sólo que muchas veces la voluntad no basta.




La loca más cuerda


¿Quién es el ser humano más libre de la Tierra?

¿Quién es capaz de nacer más de una vez?

¿Quién habla con los árboles? ¿Quién llueve?

¿Quién viaja hasta el umbral de otra galaxia?

¿Quién comparte las aguas con las ninfas?

¿Quién ambiciona un tiempo sin subordinación?

¿Quién traspasa un espejo? ¿Quién es el espejo?

¿Quién brinda con Ulises en el puerto de Ítaca?

¿Quién sobrevive ileso a una tormenta dentro del corazón?

¿Quién desposa al destino? ¿Quién corteja a la muerte?

¿Quién emprende una gesta aun a sabiendas de una derrota cierta?

¿Quién para con su mano los relámpagos de un dios?

¿Quién sueña con androides que soñaron con ovejas eléctricas?

¿Quién ha visto su alma? ¿Quién vence a los molinos?

¿Quién tiene largos trenes recorriendo la estepa de sus venas?


¿Con quién es comparable la belleza del fuego?

¿A quién le pertenece lo que no es de nadie?

¿Por quién siguen doblando las campanas?


¿Quién puede competir con la imaginación?



Poetry / Poesi


Invocation


May that apparent calm

called skepticism

never grow inside me.

Let me flee from bitterness,

                          from cynicism,

                              from the impartiality of shrugged

                                                                    [shoulders.

May I always believe in life,

may I always believe

     in the thousand infinite possibilities.

Let the sirens’ songs deceive me,

let my soul always keep a pinch of naivety.

May my skin never resemble

that of an unshaken,

              frozen pachyderm.

Let me still weep

   for impossible dreams

      for forbidden loves

         for childish fantasies shattered to pieces.

Let me flee from corseted realism.

May songs remain on my lips,

many, loud, with countless chords.


           In case times of silence should come.



Invokasjon


Må den tilsynelatande ro

kalla skepsis

aldri veksa inni meg.

Lat meg flykta frå bitterheit,

                               frå kynisme,

                                   frå skuldertrekkets likegyldige 

                                                            [partiskaplaus.

Må eg alltid tru på livet,

må eg alltid tru

     på dei tusen uendelege moglegheitene.

Lat sirenesongane få narra meg,

lat sjela mi alltid bera på eit korn av naivitet.

Må huda mi aldri likna

den til ein urokkande,

               frosen tjukhuding.

Lat meg enno gråta

   for umoglege draumar

      for forbode kjærleikar

         for barnlege fantasiar knuste i bitar.

Lat meg flykta frå korsettens realisme.

Må songar bli verande på leppene mine,

mange, høge, med utallege akkordar.


               I fall tider av stilla skulle koma.


Foto: Irene Rus
Foto: Irene Rus

Raquel Lanseros (Jerez de la Frontera, 1973). Poeta, traductora, investigadora y profesora titular de universidad. Cerca de 200 críticos de más de 100 universidades (Harvard, Oxford, Columbia o Princeton, entre ellas) la han elegido la poeta mujer más relevante en lengua española nacida después de 1970.


      Su último libro de poesía, El sol y las otras estrellas, ha obtenido el Premio Internacional de Poesía Generación del 27. Su anterior libro Matria obtuvo en 2019 el Premio Nacional de la Crítica de España y el Premio Andalucía de la Crítica. Otros libros de poesía suyos son Leyendas del Promontorio, Diario de un destello, Los ojos de la niebla, Croniria y Las pequeñas espinas son pequeñas. Su obra poética ha sido reunida en su integridad en el volumen Sin ley de gravedad. Poesía (2005-2022).


     Además, es autora de doce libros de poesía publicados en Francia, Estados Unidos, Colombia, Argentina, Italia, México, Portugal, Marruecos, Perú y Puerto Rico.


       Ha sido asimismo galardonada con el Premio Unicaja de Poesía, un Accésit del Premio Adonáis, el Premio de Poesía del Tren, el Premio Antonio Machado en Baeza, el Premio de Poesía Jaén, el Premio de Literatura Ciudad de Priego y el Premio de las Letras de la Academia San Dionisio de Jerez.



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