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Conocimiento ancestral en la poesía de Enrique Frías

  • 22 abr
  • 9 Min. de lectura

Entrevista


Enrique Frías es un tarotista y poeta profundamente influenciado por figuras como Alejandro Jodorowsky y muchos de los grandes influyentes poéticos como Walt Whitman, Dylan Thomas y Nicanor Parra, entre otros. Su labor se centra en ayudar a las personas a descubrir y expresar su propia voz, guiándolas a través del inconsciente como brújula vital. Para Frías, la intuición se convierte en medicina, mientras que la poesía es un escudo frente a las dificultades y sufrimientos de la vida. Su enfoque único fusiona el conocimiento ancestral del tarot con la sensibilidad poética, creando un camino hacia la autocomprensión y la sanación personal. En esta entrevista, muestra su lado más creativo e invita a los lectores de Palabra que dormía a descubrir otras muchas facetas de las múltiples que este autor presenta. ¡No te lo pierdas!


¿Cómo apareció la poesía en tu vida?


Desde muy pequeño sentí una atracción e interés por las palabras, sin embargo los medios en esos tiempos y el desconocimiento, no me llevaron a conocer la poesía de los libros, era más bien un niño que vivía como un poeta: desde la construcción con el imaginario, en la atención y atracción por la misma vida, con ese asombro, amor, incertidumbre y a la vez nostalgia. Desde la adolescencia comencé a escribir, primero escribí, luego conocí la poesía de esos grandes poetas que aún amo y atesoro: Enrique Lihn, Carlos Pellicer, Efraín Huerta, Xavier Villaurrutia, Nicanor Parra, Alejandro Jodorowsky, entre otros. Así fue apareciendo en mi vida la poesía y nunca la solté.


¿Cuál es tu proceso a la hora de escribir un poema?

La poesía nace en cualquier instante. Tengo un verso que dice: «No fueron ni los mejores momentos ni los mejores lugares, en donde nació la mejor poesía»

La poesía está esperando, pero vivimos distraídos. Escribir entonces se convierte en una necesidad y en una forma de vivir. Sin embargo, si hablamos literalmente de procesos para escribir, mi escritura regularmente ocurre en espacios de soledad y tranquilidad. Mi área de trabajo es donde nace todo, mi departamento es mi oficina, mi templo. En la mesa donde leo el tarot y atiendo a las personas, donde leo y me sumerjo por instantes en los libros, es ahí donde nacen los poemas. Aún escribo a mano, me resisto, o más bien, me cuesta escribir en forma digital. Entonces es eso: mi lugar de trabajo, mi cuaderno, mi bolígrafo, encender una vela o un incienso, (a veces me perfumo las manos), música de fondo, (desde hace muchos años lo hago escuchando a Moby y a Ludovico Einaudi). Escribir se convierte en un placer, en un saber estar en la vida, al menos así a veces lo siento.


«Nos vamos a morir, pero [...]  / de no quitarnos la coraza del corazón, / de no quitarnos ese telón, / de no hallarnos en la desnudez». Estos versos pertenecen a tu poema «Estas cosas con quién las podré hablar» ¿Crees que la poesía consigue ayudar a eliminar ese corazón-coraza, que decía Benedetti, y a mostrar y exponerse a la desnudez que implica vivir?

Creo que el proceso de escritura invita a un tiempo de estar con uno mismo, de soledad, de escucharse, contenerse, pensarse, y por lo tanto empezar a descubrirse, conocerse un poquito más y a la vez conocer un poquito más la vida, aunque no nos alcance el tiempo, pero me parece necesario hacerlo, fundamental. Entonces en ese proceso de vernos, encontraremos cosas útiles y algunas poco agradables, y es ahí donde las corazas de cualquier zona se pueden ir diluyendo hasta quedar desnudos. Desnudez no significa quedar desprotegido, todo lo contrario. Desnudarse hasta tocar y vivir ese espacio que llamamos espiritual. 


¿Qué libro estás leyendo ahora mismo?

Actualmente me encuentro leyendo varios libros a la vez. Generación idiota de Agustín Laje, un libro fundamental para estos tiempos, para estas generaciones. Recién terminé de leer el fundamental libro de Hermes Trismegisto: El Kybalión. Filosofía sagrada. Y Confabulario de Juan José Arreola, un exquisito libro de cuentos, autor mexicano excepcional. Voy casi a medias con ese famoso libro de Vladimir Nabokov, Lolita. Quise regresar a esos libros que me hicieron amar la literatura, así que estaré leyendo la saga de libros de Carlos Ruiz Zafón, empezando de nuevo con La sombra del viento.


Una verso que siempre te acompañe.

Te diré varios, el siguiente verso es del poeta Enrique Lihn: «Ahora que quizás en un año de calma piense: La poesía me sirvió para esto, no pude ser feliz, ello me fue negado, pero escribí». Otro del mismo poeta: «¿Por qué no morir tranquilamente? ¿A qué viene todo esto? Basta, cierre los ojos, no se agite, tranquilo. Basta, basta. Basta, basta, tranquilo; aquí tiene la muerte». Ahora uno de Dylan Thomas: «Mi poesía es o debería serme útil por una razón, es el testimonio de mi lucha personal para salir de la oscuridad hacia una cierta medida de luz». De Carlos Pellicer: «Todo lo que yo toque se llenará de sol». Me despido con una de Efraín Huerta: «En estos precisos momentos, todo momento es bello».



Poesía


Si nos dieran la vida de los perros


¿Por qué nos llega la nostalgia?

Animales angustiados somos

por lo que pasó y por lo que no pasó,

y aquí no hay variación entre lo bueno,

lo malo o lo peor.

La nostalgia le pone sus grados a esa sensación.

La nostalgia es maestra de la creación,

como un núcleo lleno de óvulos, de espermas,

de creación, literaria, musical, o lo que sea,

y no siempre la mejor.

 

La vida que nos hacemos en la nostalgia

va para los poemas, para las novelas,

para una triste, pero radiante canción.

La nostalgia que nos ponemos

es simplemente una ocasión.

Dicen que los perros también entran en la nostalgia,

si con esta humanidad nostálgica que tenemos

nos dieran por un momento la vida de los perros,

simplemente no lo podríamos soportar.

 


Estas cosas con quién las podré hablar


¿Cómo es que cosas tan bellas no las podemos decir?

¿Cómo es que de pronto gana la coraza del corazón?

¿Cómo hacer para que caiga ese telón?

¿Por qué tememos a la desnudez del corazón?

¿Por qué no despertamos y nos damos cuenta

de que habrá un mañana en el que ya nada podremos hacer,

de que habrá un mañana en el que ya no podremos despertar?

¿Por qué no utilizamos el susto o el dolor de la muerte para crecer hoy?

¿Por qué no utilizamos la muerte a nuestro favor?

¿Por qué tanto temor a la muerte y a veces no vivimos?

 

Nos vamos a morir,

pero nos vamos a morir de no decir esas cosas bellas,

de no quitarnos la coraza del corazón,

de no quitarnos ese telón,

de no hallarnos en la desnudez,

de no despertar en el despertar del sueño de la mañana,

de no utilizar lo bello de la vida a nuestro favor,

de tanto temer,

de morir antes de verdaderamente morir,

nos vamos a morir.

vamos a morir,

nos vamos,

vamos,

adiós,

a Dios.

 


Alma de diamante


Era como si a él ya lo estuviera esperando la poesía,

era como si las sílabas y las rimas, se acomodarán

en su boca, en sus letras, en el latir de su corazón,

era como si pasaran desapercibidos los demás músicos y poetas,

era como si toda su vida tuviera música, música del sol, de la calle.

 

Era como si en los silencios hablara una canción,

era como recordar a un gran amor, un sano amor,

era como si te dieran ganas de amar, amar de verdad,

amar, amar, hasta morir. Era un hombre con alma, alma de diamante.

Ni siquiera un milagro nos traería algo igual,

algo similar, ni siquiera los nacidos de su propia sangre.

Las almas esenciales, las almas de diamante no se repiten jamás.

Pero nos quedamos con tu canto, con el llanto precioso

de tu guitarra, con tus formas singulares de cantar.

 

De noche puede uno descansar, con la luz de tus palabras,

con la luz de tus melodías, con la melodía de tu voz,

con la luz de la manzana.

Eras como si la poesía hablara a través de ti,

era lo que un alma poética esperaba,

eras las ganas de escribir y de cantar,

eras las ganas de escuchar.

Yo imagino que antes y después de muerto estás

en la santa gloria de la poesía.

 

Luz y sombra


Necesitamos de la luz para escribir,

pero el escrito y las ganas de escribir

también vinieron de los lúgubres lugares.

No hay por qué obsesionarse con la luz

No hay por qué obsesionarse con la sombra

No hay por qué rechazar los destellos de luz

No hay por qué rechazar los espacios de sombra.

 

Hay que aprender a ser luz

Hay que aprender a ser sombra

Hay que aprender a aprehender

a la luz y a la sombra

cuando nos sean necesarias.

Hoy necesito la luz para escribir,

ayer necesité la sombra de un árbol

para descansar, allí pude leer y escribir.

 

Hay que aprender de la luz que danza en la sombra,

como un destello mínimo o grandioso.

Hay que aprender a estar en paz en la sombra

Hay que aprender a disolverse en esas formas.

 


Pájaros o perros

Lunes 18 de marzo del 2019


Tengo un pájaro en mi pecho que canta a través de mis manos,

que en su trinar de dedos nacen poemas, breves caricias.

Tengo mariposas en los ojos, que dejan en ellos el polvo de sus alas,

vista ocular dañada. Aun así, ven la manifestación de la belleza;

besan campos, árboles, calles, nubes, personas, poemas, cielos, paisajes.

Tengo un cúmulo de sensaciones; la manifestación del universo,

aunque gana a veces la miseria y el dolor. Aun así, continúo con mi labor;

trazo campos, nuevos cielos, nuevos vuelos, nuevos amores, cosas por vivir y amar.

Y tengo, o siento que tengo, en el pico agónico del alma o el de su esplendor, semillas,

para regar en tierras propias y ajenas, para ofrecer mañana un fruto, una fresca sombra,

un canto matutino, un viento o unas palabras que procuren tranquilidad.

 

II

A Simón

 

Tomas el sol merecidamente por las mañanas -después de venir a saludarme-.

Te cargas con energía universal. Te admiro y te quiero, y deseo por un instante,

agradecer como tú al sol, como tú al cielo, ser sin ropas ni nombres, ni oficios

ni ambiciones, ser por un instante ser que vive su ahora,

sin nada en la cabeza más que la facultad de existir y de amar, de ser fiel, de tener bondad.

Tomas el sol adecuadamente, en conjunto con los de tu especie, te cargas de mañana,

del alba, de los fríos nuevos matutinos, aunque a veces pareces triste, te ves en paz.

Quiero ser hombre pájaro, hombre perro, poder cantar y abrazarte, poder ladrar,

en poemas necesarios, quiero poder ser agradecido y leal, poder saber por instantes,

varios instantes, largos instantes, vivir y apreciar.

 


En parte somos mar, calor, arena


Palpo y deslizo mis manos sobre tu cuerpo

como un ciego que conoce lugares que nunca verá;

sombro, natural sonrisa.  Palpo y exploro; natural deseo,

natural provocación. Y escucho aquel sonido,

tu propia naturaleza, tu intimidad innata, orgánica; tu gemido,

como galopeo cercano del mar, humedad en el instante,

fortaleza y orgullo por mi modo de despertar tus placeres, tu humedad.

Despierta en ti tu forma de arena; te dan forma mis manos.

En parte somos mar, sal, calor y arena.

Estallarán bajo nuestros pelvis olas feroces y desesperadas,

beneplácito de nuestros cuerpos, del deseo y la pasión que arrojan luego

a la deliciosa calma del cuerpo, del alma.

Seremos como humedad incrustada en la arena, en las piedras.

Sólo el sol nos secará, sólo el tibio y generoso sol nos secará,

así también se sentirá el amar; como un tibio y hermoso rayo solar.

 


A la poesía y a los poetas se les respeta


No me den introducciones en mil páginas,

no me den instrucciones de cómo leer,

no me hablen de lo que ustedes entendieron,

no me den explicaciones de lo que quiso dar

a entender el poeta en el poema.

Basta de intelectualizar la poesía,

las antologías, las obras completas de los poetas,

no necesitan del ego del que produce estas,

tampoco necesita alabanzas, tampoco arrodillarse ante ellas.

Cada lector en cada poema recuperará

o manifestará su propia reacción,

su propia emoción,

su propia risa o llanto,

su propio desprecio,

su propio suspiro,

su propia maldición al poeta

o su propia bendición,

podemos decir maldito a alguien como un halago, como una bendición.

 

Intelectuales, dejen a la poesía hablar, obrar, vivir, manifestarse,

dejen a la poesía ser,

dejen a los poetas muertos ser,

déjenlos vivir en su propia poesía,

dejen a los poetas y a los poemas morir y vivir en paz.

 


Foto: Denisse Caretta
Foto: Denisse Caretta

Semblanza


Enrique Frías es un escritor, poeta, corrector de textos literarios, lector de tarot, tallerista de escritura creativa, sueños lúcidos y tarot con enfoque terapéutico.

Nació en la ciudad de Oaxaca, México, en 1993. Se graduó como profesor de Idiomas en 2018 en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Ha publicado en revistas de difusión poética, tales como Amar Café, Poetas Hispanos, entre otras.

Su primer libro de poesía titulado Temporal, fue publicado en 2019 bajo el sello editorial Buenos Aires Poetry, de Argentina. Gracias al apoyo financiero de Alejandro Jodorowsky, la difusión de la obra de Frías a través de sus plataformas, aunado a un prólogo del escritor español Diego Moldes, Temporal pudo ser publicado.

Su labor como tarólogo comienza en 2018, para a partir de 2020 llegar a cientos de personas alrededor del mundo vía online, (en consultas y talleres); México, España, Estados Unidos, Canadá, Colombia, Argentina, Chile, Portugal, Bélgica, Alemania, Italia, etcétera.

Actualmente cuenta con una considerable audiencia en sus redes sociales, medios por los que constantemente se dedica a mandar mensajes poéticos.


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