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Un eco persistente en el ser, poesía de Emmanuel Ortega Tobón

  • 27 abr
  • 8 Min. de lectura

Entrevista


Ortega Tobón (1995) reflexiona sobre la pérdida de la identidad y la fugacidad del ser. Sus evocadores poemas hablan de una separación profunda, de una desconexión de lo que una vez fue hogar. Su voz poética convierte la lectura de sus versos en una exploración de la disolución del yo, de cómo los recuerdos y las experiencias pasadas se desvanecen, pero siguen dejando un eco persistente en el ser.

La noción del vacío y el desarraigo también se hacen presentes en su obra. Ortega Tobón, con imágenes poderosas y desoladoras, como «agujeros negros» o «el palpitante sudor de pieles» ilustrar cómo las rupturas y las pérdidas dejan huecos en la vida, espacios vacíos que, a pesar de no ser visibles, afectan profundamente la percepción de la realidad. 

A través de su poesía, Emmanuel Ortega Tobón no solo deja una huella en las páginas de las revistas literarias, sino que también invita a los lectores a confrontar sus propias ausencias, recuerdos y la imposibilidad de encontrar respuestas definitivas. En la búsqueda de lo que somos se encuentra la esencia de estos versos y la filosofía que se esconde tras ellos. Hoy nos cuenta en entrevista cómo empezó a escribir y qué le influye, entre otras cosas.


¿Cómo apareció la poesía en tu vida?

El arte ha sido una parte integral de mi vida desde mi infancia. Recuerdo que mi madre me llevaba a los museos de la ciudad (tanto a los de ciencias como a los de artes) cuando tenía solo 7 años. Esos momentos cambiaron mi perspectiva para siempre. La emoción, la energía y el asombro que sentí en esos instantes han permanecido conmigo hasta hoy. 

Mi madre, quien también es una apasionada del arte, me llevaba frecuentemente a exposiciones, talleres de pintura, escultura y dibujo. Sin embargo, a medida que crecí, comencé a experimentar momentos de duda y desorientación. A los trece años, una sensación de tristeza e incertidumbre se apoderó de mí, y comencé a cuestionar mi lugar en el mundo. En ese momento, la muerte se convirtió en un tema que me obsesionaba. Me preguntaba cuándo vendría a visitarme, y esa incertidumbre me llenaba de ansiedad. Sin embargo, fue en ese momento de oscuridad cuando descubrí la poesía. Comencé a escribir mis sentimientos y pensamientos como si fueran canciones de rock. 

Inspirado por bandas como Led Zeppelin, Bon Jovi y AC/DC. La música había sido una parte importante de mi vida, gracias a mi hermano, y ahora se convirtió en un catalizador para mi creatividad. Así que, en cierto sentido, la poesía fue mi forma de encontrar una manera de divertirme constantemente, de crear lazos con los otros, así como de superar la oscuridad que como olvido quiere apagar la luz cuando ya la existencia se apaga en cada acto.

La poesía ha estado conmigo desde hace muchos años, es mi amiga y me ha ayudado a transformar mi ser, permitiéndome conectar con algo más profundo dentro de mí sin hacer que me olvide de disfrutar de la vida y sus diversos matices.


¿Desde dónde te gusta escribir, desde la inspiración, la técnica o ambas?

Escribo desde ambas. Si bien recuerdo haber escrito en momentos de inspiración (donde he dejado que la creatividad corra y sea sin riendas ni cadenas que la aten), también existen momentos en que me impongo una serie de reglas para darle parámetros a la creatividad y encauzar; muchas veces juego con los conceptos para que así la técnica no sea rígida y hacer de la escritura un deleite a su vez, donde el goce de escribir y vivir no se pierda, sino que se una. Son formas de abordar la voluntad creadora como artista. Soy de las personas que piensan y creen que crear desde diversas perspectivas es otra forma de abordar la voluntad creadora en cualquier lugar y momento, ya que el artista no puede esconderse de su lugar de trabajo; en otras palabras, el arte de su elección no se puede evadir, porque el amor, la tristeza, el goce y la nostalgia, son emociones que fluctúan y nos envuelven de manera inesperada. El poeta debe captar y cantar la finitud de la vida que le afirma que la ama.


¿Quién es el poeta que más ha influido en tu forma de escribir poesía?

Entre los diversos poetas y sus particulares gestos en cada una de sus obras, los que más han influido en mi forma de escribir poesía son Rainer María Rilke, Georges Bataille, Friedrich Nietzsche, Gastón Bachelard, Alfonsina Storni, Fernando Pessoa y Ezra Pound. Si bien podría incluir a Wisława Szymborska, Safo, Emily Dickinson, Arthur Rimbaud, Novalis, Iván Oñate, y hasta incluir  poetas de mi país como Darío Lemos, Raúl Gómez Jattin y Piedad Bonnet, puesto que estos también han influenciado en mi formación como artista, considero que los seis primeros que menciono tienden a manifestar en su poesía una forma de escritura que expresa una poética del pensamiento y, a su vez, un pensamiento poético que no desliga la relación entre filosofía y poesía, sino que las vincula en un encuentro donde el lenguaje habla sin tapujos. 

Con una mirada retrospectiva, nos invita a contemplar y realizar el cambio en el instante en que las diversas transformaciones son un misterio, pero que, a su vez, deleitan con su invitación, mientras que nosotros también cambiamos y somos transformados por el arte y su lenguaje.


Un verso que siempre te acompañe.

Existen diferentes versos que me han acompañado en diversos momentos y etapas de mi existencia. Me han creado y recreado con la plasticidad con que cobran vida. 

En estos días, tres versos han cautivado mi vida y la han dirigido como una flecha que busca ir más lejos. Uno es de Píndaro, el poeta griego: «Llega a ser el que eres»; del escritor Ruso Antón Chéjov: «Puede que no tenga victorias notables, pero te sorprenderían las derrotas a las que he sobrevivido» y de la poeta estadounidense Emily Dickinson: «No se necesita ser una casa para estar habitado por fantasmas».


Poesía


Mirada retrospectiva


¿Por qué sufro cada instante?

¿Por qué siento las aflicciones de la carne quemarme?

Entre los intervalos en que soy, seré y no volveré a ser, sufro por ser ángel, protagonista y demiurgo.

Seguí sin cuestionar el vértigo de lo terrible mientras descendía por los abismos de lo sublime.

Con mirada retrospectiva, observe por encima de leer, con mirada perdida encontré el mar de abismos vacilantes de los habitantes. Quería ser constante en el limbo donde los oráculos guían mi destino y me perdí…

Quiero encontrarme perdido en lo erótico que una vez fue encanto penetrante y sudor palpitante de pieles con historias e instantes fluctuantes.

Los átomos se repelen, los sentidos se pierden, las sensaciones viven muriendo y viviendo mueren.

Los versos son conjugados al compás de los tres tiempos y en todos ellos somos miradas pasajeras encontrándose al final del solsticio que es inicio, final y suspiro.


(Publicado en la revista Innombrable)



Tatuajes al viento


Tatuajes al viento son lo que fuimos y lo que seremos.

El cuerpo es frágil,

         Nunca esta ileso

con hechos y palabras

                 En este mundo

                   para otros mundos.

La piel susurra

                    Respira

                                 y sucumbe.

En la carne viven

               las memorias

                        el tiempo y

                                    el espacio

             fundidos en todo escenario.

Las memorias que fueron, son y serán.

Lo que no ha sido

o ya paso…

                  Y brota del abismo del deseo.

Aquello que en el lenguaje sé busca cuajar.

Las creaciones palpitantes del ensueño lacerante y húmedo.

Toda belleza y horror se ocultan

detrás de un espejo: el lenguaje del cuerpo.

Escurridizo como el viento

                     se disipa y regresa

enjoyada de conchas y tulipanes: el lenguaje del cuerpo.

Tatuajes al viento son lo que fuimos y lo que seremos.


(Publicado en la revista Alcantarilla)

 


Ríos de tinta


Otra vez estoy aquí sentado,

En la misma soledad de siempre,

con las mismas palabras que en silencio conjuran

el desorden de sentidos.

Encarnan, aferrándose al ritmo,

para estrangular mi existencia

contra toda pulsión del instinto.

Un conjunto de verbos sacude mi espíritu.

Rasgaron el esófago e hicieron de la existencia

Un devenir de espectros en mares enfurecidos.

Los días pasaron.

Todo lo inanimado se mostraba ajeno,

lejano y confuso.

Los libros estaban blancos, las películas no eran ya proféticas, la pintura y la poesía mudan sin tonalidad cromática.

Todo parece teatro, con soundtracks de Chopin,

La pintura de Blake y Goya decorando la habitación de la ciudad.

Todo encanto se transformó en amalgamas de caos

sin color, himnos mudos entre rostros,

miradas en espejos y espacios rotos.

 

Vértigos sin sensación de fricción.

La soledad y su cofre de memorias,

más allá del olvido y el recuerdo,

sin registros de la anatomía del alma de la palabra

y los himnos a la ausencia del tiempo, que es nada.

Fluctúan los eclipses, las nubes esculpiendo las páginas escritas por alguna otra mano y la mía.

Mueren y renacen los ríos de tinta,

que graban con dedos de cuchillos

y voz de diamante los nombres en las fibras musculares.


(Publicado en la revista Santa Rabia Poetry)



Instantes de eternidad


El olvido que somos.

El olvido que seremos.

El olvido que fuimos.

Después del eclipse el espejo susurraba en las mañanas.

El frío de la noche que recorre el alma sin provocarla.

Tú ausencia inunda la casa, un vacío respira, y la presencia del instante pervive con el espectro de tu figura.

En soledad, los recuerdos del pasado visitan mi hogar.

Y no estoy.

Nos separamos, te fuiste y me fui a otro lugar donde el pasado no tocara.

Se perdió el sendero que cruzaban nuestra casa y hogar.

Se derrumbaron los puentes, solo quedaron agujeros negros y su radiación, nos llamaron.

Luego, unas aves que se incendiaron pasaron frente a mí… Para que las viera y no estaba.

Me di cuenta a tiempo. Los años crean lo que los artistas dejaron atrás, un legado de olvido.

Los años cultivan y devoran la carne que gime y suda. Aunque siga buscándote.

Sin casa, sin hogar y sin puentes.

Buscándote sin oráculos. Recordando olvidándote y olvidando recordándote.

Contigo y sin ti, en todo lugar donde va mi carne que cae y en silencio grita.

Cerrado al mundo, los ecos del silencio derrumbaron los castillos que una vez habitamos.

El recuerdo persiste y el olvido persigue las historias labradas en cicatrices y diamantes.

El recuerdo persigue y la eterna despedida vive en la carne habitando un silencio indescifrable.

El olvido y el recuerdo viven el eclipse: juntos y separados en un eterno instante.


(Publicado en la revista literaria Ouroboros)

 


Donde los ecos se esconden


Mi rostro es un mapa de cicatrices,

ojos cansados, sonrisa desgastada.

En el laberinto de cuerpos, libros y calles,

perdí la identidad, la busqué en vano,

y la resignifiqué al pasar los años

en un devenir sin ocasos.

 

Huía de los espejos rotos,

de reflejos del agua que mostraban

un rostro que no era mío.

Perdí el sentido de las palabras,

la realidad se desvaneció,

y con ella, el brío del paraíso.

 

Los huesos se resquebrajaron,

destrozaron con sus rugidos

la abadía del silencio

que inunda los ecos de mi ser

para avivar los matices

en este vaivén.

 

Los oráculos escapan por otras noches,

Donde las oraciones transforman

el suplicio de la corona

que arropa las bestias y los nombres.

Con vehemencia, los ecos del silencio

gozan devorando la locura

de las sutilezas escondidas

entre las luces y las sombras.


(Publicado en la revista Almiar)


Emmanuel Ortega Tobón


Foto: Denisse Caretta
Foto: Denisse Caretta


Semblanza


Emmanuel Ortega Tobón nació en la ciudad de Medellín, en 1995. Es poeta y filósofo. Actualmente, cursa una maestría en Educación en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Medellín (UDEM). Desde niño, manifestó una vehemente pasión por las artes plásticas y la poesía, en las que busca capturar el instante fugaz e inmediato del ser, la identidad, los fluctuantes sentimientos, los ensueños del cuerpo y el misterio de la creación artística. Su obra poética ha sido publicada en destacadas revistas literarias de nivel nacional e internacional, como Innombrable (Colombia), Alcantarilla (México), Ouroboros (Colombia), Santa Rabia Poetry (Perú) y Almiar (España). Además, ha participado en varias antologías poéticas.


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