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«Más allá de la lluvia», poética de la brasileña Jessyca Ferreira



Entrevista de Laura Mena Penedo

Responsable de corrección de estilo y escritora de Palabra que dormía


Jessyca Ferreira tiene el don que tienen los grandes escritores: parece que lo que escribe lo escribe para el lector. Su escritura, a menudo, ofrece una invitación al lector a encontrar un significado adicional que no se haya fácilmente y que, para ella, es sumamente sencillo de mostrar.

Me encuentro en un avión camino de Noruega, he quedado en la ciudad de Oslo para encontrarme con Araceli Gutiérrez, directora de Palabra que dormía, y en este trayecto, me deleito con los textos de Jessyca Ferreira. Es luna llena y me asoma alguna que otra lágrima, siento orgullo y asombro al mismo tiempo. Ha realizado mi taller «Atrévete a escribir» y creo, honestamente, que ella ya tenía todo el conocimiento necesario, que este taller solo ha servido como un interruptor para encender su dedicación a este mundo creativo para el que claramente ha nacido. Leo sus textos en el avión con la convicción de que pronto publicará novelas, poemarios o colecciones de relatos. Le cuento todo esto y le insisto. Ya ha finalizado el taller y le hago la pregunta fundamental, la más importante: ¿qué significa para ti la poesía?

La poesía para mí es expresión, es grito dado a través de las palabras, es conexión, es amor y pasión, es sonrisa y lágrima, la poesía es el lenguaje del alma.


Ella nació en Brasil y reconozco que la fuerza de sus textos, a menudo, me recuerdan a Clarice Lispector. Escribe en portugués y también en español. Le pido que me vuelva a contar cómo comenzó en esta aventura de la escritura.

No me acuerdo en qué etapa de mi vida exactamente me he enamorado del acto de expresarme a través de las palabras escritas, pero me acuerdo de que a una edad muy temprana ya andaba con un cuaderno y un lápiz, escribiendo poesía o relatando mi día a día en formato diario, reescribiendo las historias de mis libritos, leyendo libros que no comprendía completamente en aquel entonces...


Hablamos sobre sus inquietudes al escribir, sobre la necesidad de trasladar las palabras a un folio y ella relaciona esa necesidad de escribir con el amor.

Es un amor que me hace sentir la vida fluyendo en cada palabra. Es como si yo encontrara en las palabras mi hogar, mi razón de ser y mi yo más puro. Y sabes que si no escribes, te ahogas, te pierdes, te desvaneces...


Le pregunto sobre sus influencias literarias, sobre escritores que la inspiran en su escritura.

Hay unos cuantos escritores que han influenciado mucho mi mundo literario, e incluso personal. Pero, sin duda mi mayor inspiración es Clarice Lispector, ella me ha despertado rabia y pasión, ha revolucionado mi mundo interior y mi manera de conectar con la escritura. Tengo unos más que son muy queridos y especiales, pero hago mención a esos dos que me marcaron: Paulo Coelho y Augusto Cury.


Cada escritor tienes sus manías, sus formas de acercarse a esta disciplina. Le invito a Jessyca que nos cuente si tiene algún tipo de hábito en la escritura que quiera compartir con los lectores de la revista.

A la hora de escribir, cuando sientes esa «revolución» formándose desde dentro y lista para salir, el papel para mí, aún sigue siendo el más fiel a la hora de recibir un pensamiento porque siente la expresión impuesta por la mano a la hora de describir el sentimiento de cada momento.

La alegría, la tristeza, el amor y el dolor se quedan ahí... marcados. En las palabras escritas, en las palabras rasguñadas, en la lágrima que se desprendió y cayó sobre el papel, dando énfasis justamente a aquella expresión... Lo malo es que cuando alguien lee sin amor, mata el sentimiento, la emoción de esa escritura hecha desde el corazón.


Hay una pregunta que nos gusta realizar en la revista y es entender el por qué, entender cuál es el motivo más íntimo de un escritor, qué es lo que quiere conseguir a través de sus palabras. Le pregunto a nuestra entrevistada de hoy por su razón más íntima y ella me responde al «para qué» de la escritura en su vida.

Cuando escribo, no pienso mucho en lo que va a despertar en el otro. Ni lo que quiero que despierte, pero me gustaría que cuando alguien lea algo escrito por mí le toque con sinceridad, que sienta conexión o aversión, que le provoque complicidad o rabia. La única cosa que me decepcionaría sería que no sintiera nada.


Con esta reflexión sobre la evocación de las palabras damos paso a estos fragmentos poéticos creados por la escritora Jessyca Ferreira.



 

En erupción


Voy a morir siendo un volcán entrando en erupción para no dormir por siempre.

Voy a romperme la cara un millón de veces por donarme, por hallar simple evidencia. 

Te voy a resetear las «reglas del juego» con mi manera de dejar claro lo que quiero. 

Pero prefiero...  Me rehúso a vivir con interrogantes de «lo que sería»: si hubiera hablado, luchado... 

Voy a besar la muerte con buen grado. Pues estaré libre por haber hablado lo que siento.

Por haberme enseñado desnuda en alma.

Y no quedarme para siempre ahogándome con palabras no dichas.

Me voy a desbordar de amor y volaré, y eso me basta. 

Me sentiré victoriosa al final por haberlo intentado todas las veces que creí que valía la pena luchar…

Porque todo lo que un día deseé hacer y no he hecho, se quedó encerrado en mí y eso me consume.

Son como láminas afiladas paseando por mi cuerpo, son como llamas dentro de la garganta,

un gusto amargo en la boca. No tengo más espacios para guardar uno nuevo «¿y si?»

¿Puedes entender ahora?

¿Me comprendes? 

¡No es imprudencia! 

¡No! No lo es. 

¡Es urgencia en vivir! 



Alem da chuva


Estava tardando a sair do trabalho por pura vontade.

Sabe aqueles dias que você passa o dia com o coração apertado? Hoje foi um desses dias.

Quando não era mais possível estar imersa em papéis, tive que ir. Apaguei todas as luzes e encarei o céu escuro, pesado, nenhuma estrela... O negro das nuvens anunciavam que já não conteria a chuva por mais tempo. Eu não me importei em confrontar. Saí a passos curtos. Meus passos se detiveram ainda mais, como se eu estivesse a contar lentamente cada um... Os pingos de chuva começaram a cair devagar, molhando a rua, espalhando o aroma de terra molhada. Logo, já sentia seus leves golpes em minha face... e foram aumentando, a chuva foi se intensificando e eu a contar passos. Enquanto todos corriam para encontrar um abrigo, eu deixava minhas lágrimas se mesclarem com a chuva. E ninguém notava...

Passamos tempo demais tentando provar que somos fortes. E ocultamos o tempo todo nossos medos, nossas dores, nossos sentimentos e anseios. Como se isso fosse algum “trunfo”...

Estão querendo nos converter em covardes sentimentais. Como se chorar fosse a nossa maior fraqueza. Não é! A chuva lavava o meu corpo, e as lágrimas a minha alma...

Chovia sobre mim. E eu chovia em mim...

Enquanto meus pensamentos vagavam.

Caminhei até minha casa, cheguei ensopada!

E por fim sorri ao girar a maçaneta e abrir a porta.


Agora a “tormenta” estava lá fora e meu tormento também.



(Traducción al español de Jessyca Ferreira y Laura Mena Penedo)


Más allá de la lluvia


Me estaba resistiendo a salir del trabajo por pura voluntad.

¿Sabes de esos días en los que el corazón te late entrecortado? Hoy fue uno de ellos.

Cuando me era imposible estar más inmersa en más papeles, me tuve que ir. Apagué todas las luces, y salí a encarar el cielo oscuro, pesado y sin estrellas... El negro de las nubes anunciaban que no contendrían la lluvia por mucho más tiempo. No temí confrontarlo. Salí a pasos cortos. Mis pasos se detuvieron todavía más como si los estuviera contando lentamente, uno a uno... Las primeras gotas de lluvia empezaron a caer mojando la calle, esparciendo el olor a tierra mojada. De pronto, sentí sus golpecitos en mi cara, intensificándose. Y yo seguía contando pasos. Mientras todos huían para protegerse de la lluvia, yo dejaba que mis lágrimas se mezclaran con la lluvia. Nadie podía notarlo... de eso estaba segura.

Pasamos demasiado tiempo intentando probar que somos fuertes y ocultamos (como culpables que cargan con la culpa de un crimen) todo el rato, nuestros miedos, nuestros dolores, nuestros sentimientos oscuros y nuestros anhelos... Nos quieren convertir en cobardes sentimentales. Como si llorar fuera la mayor flaqueza... ¡No lo es! La lluvia lavaba mi cuerpo y las lágrimas mi alma...

Llovía sobre mí, y yo llovía en mí...

Mientras tanto, mis pensamientos vagaban.

Caminé hasta casa, ¡llegué empapada!

Y, por fin, sonreí cuando giré el pomo y abrí la puerta.


Ahora la tormenta estaba allá afuera y mi tormento también.



LLuvia sobre la ventana


Semblanza

Jessyca Ferreira (Pernambuco, Brasil - 1989)

Nacida en un pequeño pueblo de Pernambuco, mi infancia estuvo marcada por la presencia cálida de mi abuela, una mujer independiente, inteligente y una lectora apasionada que me transmitió el amor por los libros. Este vínculo despertó en mí una curiosidad infinita y el deseo de explorar «muchos mundos» a través de las palabras. En mi casa, tenía un trastero lleno de cosas antiguas y muchos libros, era un lugar de aventuras, aprendizajes y descubrimientos. 

Con esfuerzo y determinación, aprendí español de manera autodidacta y desarrollé una pasión por la escritura que sigue siendo mi brújula creativa. Estudié filología, un campo que profundizó mi amor por el lenguaje y me impulsó a buscar un propósito más amplio fuera de mi lugar de origen.

En una conversación en familia descubrí mis raíces indígenas (la cual me gustaría profundizar y saber más acerca de la cultura, lengua y costumbres). La vida me llevó por diversos caminos: me casé, tuve una hija, me separé, viví mi soltería, y me volví a casar, lo que me trajo a vivir a España. Ahora resido en Asturias, donde combino mi trabajo como autónoma con mi amor por la escritura.

Cada capítulo de mi vida está marcado por un constante anhelo de crecimiento, conexión y expresión. Hoy, desde «las montañas» de Asturias, sigo escribiendo historias y poesía, con la esperanza de que mis palabras encuentren sitio en el corazón de quienes las lean.


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